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Hoy me había levantado por un mensaje de Iván diciéndome que hoy tendríamos una cita en un restaurante elegante, por lo que me preparé con un vestido de encaje rojo vino tinto y un maquillaje sencillo.

Había sido algo confuso que lo hiciera sin avisar, es decir, haber apartado una plaza en un restaurante, aparentemente caro, sin preguntar, es confuso, pero no puse ninguna queja y acepté.

Había tomado un taxi y me había acercado al restaurante, ahora estaba sentada en la mesa esperándolo, yo llegué unos minutos antes por eso estaba esperando.

Al verlo entrar sonreí instintivamente y le saludé, él se sentó en la silla de la mesa pequeña en la que estaba.

— hola Oliv, ¿Cómo te encuentras?

— bien, muy contenta.

— ¿Contenta?, ¿A qué se debe eso?— preguntó apoyando los codos en la mesa y su barbilla en sus manos.

— no sé — levanté los hombros— tal vez será que a mi novio le a dado por invitarme a una cena...

Iván sonrió.

— tal vez será que a tu novio le gusta darte sorpresas.

Estuvimos un rato charlando y divirtiéndonos, luego pedimos la comida cuando el mesero llegó, yo unos canelones y él unos capelettinis.

— ¿Sabes qué me pasó cuando era pequeña?— tragué un trozo de comida de mi plato.— Una vez, estaba jugando con mi perro en el jardín, se llamaba Tobby, era un perro muy juguetón, y de repente cuando estaba corriendo me resbalé y ¡terminé empapada en lodo porque justo había un charco a mi lado!

Él rió con mucha fuerza, por lo que le miraron raro varias personas del restaurante.

— Pero boluda, ¿cómo te pudiste caer ahí?

— ¡Fue muy gracioso! Recuerdo que mis padres se rieron tanto que apenas podían levantarme del suelo. Pero bueno, al menos mi perro se divirtió.

— Imaginarme esa escena es demasiado, ¿Te imaginas tu cara cubierta de barro y tu perro tan tranquilo como si nada hubiera pasado?, buenísimo.

— no te burles tanto— reí.— Fue traumatizante en ese momento.

— Lo siento, lo siento. No pude resistirme. Pero en serio, qué gracioso debe haber sido ver a la pequeña Olivia convertida en un monstruo de barro.

— Sí, sí, muy gracioso.— sentí como mis mejillas se ponían rojas por la broma.

— Eres simplemente irresistible cuando te pones roja de vergüenza.— soltó Iván tranquilo mirándome fijamente.

Me puse todavía más roja.

El resto de la tarde la pasamos divirtiéndonos y comiendo, al irnos fuimos a su casa y dormimos juntos abrazados.

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⏰ Última actualización: Feb 17 ⏰

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𝘼𝙢𝙤𝙧 𝙋𝙤𝙧 𝘾𝙤𝙣𝙫𝙚𝙣𝙞𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖 // 𝙎𝙥𝙧𝙚𝙚𝙣𝘿𝙈𝘾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora