Amor Perfecto

MUÑECA DE TELA

Se llego el día del viaje y yo aun no podía creer que Clements me había pagado el boleto y a la abuela también, aunque le insistí mucho para que me dejara pagarlo a mi pero no logre convencerlo, recordé que en el parque había hecho una llamada, claro pues era para comprar los boletos, mama nos llevo al aeropuerto era la hora de despedirse, odiaba las despedidas.

−Cuida mucho de mi pequeña Clements−dijo mama.

−Lo hare señora Conrrad.

−Mama solo son tres días.

−No importa, quiero que estés bien.

−Lo estaré mama, no te preocupes.

−Cuídate mucho Ellen, y cuida de la abuela.

−Está bien, tú también cuídate.

−Nos vemos pronto hija−dijo la abuela a mama.

−Cuídate mucho mama.

−Hija, le llevas una flor a papa de mi parte que tengan buen viaje−Lena estaba allí.

−Tengan buen viaje chicos−nos abrazó−. Los extrañare.

−Lena, son muy pocos días−dijo Clements.

−Cualquier cosa que pase me avisan−dijo Lena.

Le di un abrazo a mama.

−Fue un gusto conocerla abuela−dijo Lena.

−El gusto fue mío nieta, pronto volveré para tomar vino tinto−se abrazaron y llego la hora de subir al avión, le intercambie el asiento a Clements para poder ir al lado de la ventanilla, la abuela estaba frente a nosotros y nos echaba vistazos a cada rato, esta vez se me hizo mas corto el vuelo porque me quede dormida en el hombro de Clements y no me di cuenta cuando el avión aterrizo.

−Princesa, despierta hemos llegado.

−No puede ser me dormí, es que me desperté muy temprano.

−No hay problema.

Bajamos del avión y pedimos un taxi para ir a casa de la abuela, quedaba un poco lejos pero fui observando las calles de Londres como si nunca antes hubiera venido, pensaba en llevar a Clements al café donde íbamos mama y yo, pero eso sería después de ir al cementerio. Llegamos a la casa de la abuela y me dirigí al cuarto de mama donde me instalaría por estos tres días, mientras Clements ayudaba a la abuela con las maletas.

−Ven aquí Clements, aquí puedes dejar tus maletas−la casa era pequeña solo tenia dos cuartos, una sala y una pequeña cocina, pero eso si el jardín era bastante grande. Como solo había un cuarto de sobra me tocaría dormir junto a Clements.

Descansamos un poco y decidí ir al cementerio, le pedí el auto prestado a la abuela y nos dirigimos a comprar unas rosas para papa, le había comprado unas blancas muy bonitas y una roja que mama le mandaba. El cementerio era fácil de encontrar porque era exclusivo para soldados que han muerto, llegamos y agarre de la mano a Clements, antes de entrar tenia que decir el nombre de a quien venía a visitar.

−¿Cuál es el nombre? −decía un soldado.

−Richard Buchanan−dije.

−Ohh, pequeña, llevamos tanto tiempo esperando que llegaras−espera porque me decía pequeña−. Tomas Weeks, el mejor amigo de tu papa.

−¿Enserió?

−Si, lo soy, él quería que te diera esto, me entrego una muñequita echa de pedazos de tela−. Los acompaño, adelante.

Mientras encontrábamos la tumba de papa me hablaba sobre él.

−Richard siempre me hablaba sobre ti, te quería mucho y nunca se olvidaba de la promesa que te hizo−las lagrimas comenzaron a rodar por mi mejilla y Clements me abrazo−. Me ha sido difícil poder superar su muerte, era un muy soldado, lo dio todo en la guerra, afortunadamente nuestro país salió ganador pero Richard no pudo sobrevivir.