CÁMARAS DE SEGURIDAD

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Son las 12 en punto del mediodía, después de la asquerosa mañana que he tenido, del viaje al pasado que he sufrido y que casi acaba con mi vida también, por fin he llegado al hospital. Justo en la entrada me reciben la doctora Vega Latorre y los policías que están al cargo de la investigación.

- ¡Buenos días, señor Pablo! Gracias por venir. ¿Cómo se encuentra?

- Estoy bien, doctora. Algo cansado de toda esta situación, ya sabe: todo lo que ha pasado, la muerte de mi amigo, las amenazas, todas esas noches que llevo sin dormir..., todo está haciendo mella en mí.

- Tranquilo, por favor. Ahora le pido que se relaje e intente centrarse en nuestro objetivo de hoy. Le presento al Inspector Gabriel Llamazares y a la Inspectora Desiré Robles, los encargados de la investigación sobre la muerte de su amigo.

- ¡Hola, Pablo! ¿Cómo se encuentra? - mi mente sigue apagada y no escucho nada- ¿Se encuentra bien, señor?

- ...

- Señor Pablo, vayamos a dentro y así podrá sentarse y tranquilizarse. Ahora necesita estar en condiciones normales para lo que se viene. Quiero pedirle que lo intente, por favor, que haga el esfuerzo de ayudarnos, solo así podremos avanzar juntos y llegar al lugar a donde todos nosotros queremos estar.

- Estoy bien, gracias. ¡De acuerdo!

Cinco minutos después nos encontramos en una sala repleta de televisores que proyectan imágenes de las cámaras de seguridad del Hospital. Hay muchas, tantas que no consigo contarlas del todo, mi cabeza no para de dar vueltas, la tengo saturada de información, de pensamientos y de mucha incertidumbre.

- Siéntense, por favor.

- ¿Podemos empezar entonces? ¿Está preparado, Pablo? - pregunta la Inspectora.

- Vamos a ello, adelante.

De repente empiezan a aparecer imágenes de la noche en la que todo sucedió. Las imágenes se van sucediendo a una velocidad bastante rápida, imagino que para agilizar el proceso, de momento me han pedido mucha atención.

- Sí observa algo sospechoso, dígalo, por favor. - me pide el Inspector.

Llevamos un buen rato visualizando el contenido y no hay nada que me alerte en especial. Hemos empezado por revisar las grabaciones de las cámaras de seguridad desde las siete de la tarde. Ahora mismo estamos en las cámaras que muestran imágenes de entre las diez y las once de la noche, pero no veo nada llamativo, es desesperante, siento que me falta el aire, me estoy empezando a agobiar muchísimo y ahora mismo tengo una fuerte opresión en el pecho.

- ¿Puedo tener un poco de agua, por favor? No me encuentro muy bien.

- De seguida se la traigo, Pablo. -responde la doctora.

- Sí quiere podemos hacer una pausa. ¿Qué le ocurre? - pregunta Desiré.

- Estoy como muy chafado, noto que me falta el aire. Es como una fuerte rigidez en la parte frontal del pecho, siento que me ahoga.

De seguida llega la doctora con una botella de agua pequeña. De un solo trago me la bebo toda, algo que me ayuda a recuperar el sentido y a sentirme un poco mejor.

- Podemos continuar, estoy algo mejor.

- Adelante entonces.

Una hora después algo me pone los ojos como platos. Pido que paren y retrocedan las imágenes.

- Ahí, ahí, ahí. Esa es la chaqueta de Pablo. La misma que encontré en la plaza, justo en el portal de mi edificio.

Quien quiera que sea lo ha estudiado a la perfección. Lleva puesta la chaqueta de la víctima, con la capucha sobre su cabeza y evitando que las cámaras muestren su cara. Seguimos el recorrido que hace el sujeto por el hospital. Al parecer llegó caminando. No hay indicios de ningún vehículo en el parking. Todo esto es una locura. Camina y camina, siempre con la cabeza agachada, algunas veces caminando de espaldas para no mostrarse de frente a la cámara. Parece un profesional, como sí ya lo hubiera hecho otras veces.

LA MIRADA TRISTE DEL CHICO QUE OBSERVABA EL INFINITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora