Capítulo 14

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Louis.

El trayecto en coche fue tranquilo, la música sonaba suave, el ambiente era agradable, tanto que Louis se quedó dormido durante más de medio camino. Harry lo despertó acariciando su rostro de forma cariñosa. Quería despertar así por siempre.

Entran de nuevo a la casa del Lago, se escuchaban risas y gritos desde el patio trasero así que se dirigen hacía allí. Encuentran a Gemma y su marido George jugando con los tres niños a palas. Louis se queda asombrado de ver a su hijo jugar con ellos y estar sonriendo y disfrutando. Los ojos se le llenan de lágrimas, quiere con toda su alma que su pequeño sea feliz, que disfrute de cada día y que se sienta amado.

Ha intentado tantas veces que se relacione sin conseguirlo que ya se dio un poco por vencido y se dijo a sí mismo que esperaría un par de años hasta que el pequeño entendiese mejor las cosas. Pero parece que el relacionarse con los Styles le estaba haciendo esa adaptación acelerada. Y el castaño no podía estar más agradecido.

Harry se da cuenta de la mirada con los ojos llorosos y pasa su brazo por los hombros para abrazarlo y achucharlo un poco. Louis esconde por un segundo la cara en el pecho del mayor y se recompone.

"¡Mami! ¡Harry!" grita Jake cuando se da cuenta de que han llegado los dos. Corre hacía ellos y se lanza a los brazos de su madre que lo coge gustoso. El pequeño se engancha fuerte a su cuello y acto seguido estira un brazo hacía el rizado para que se una a su abrazo.

Puede notar como eso descoloca al mayor pero sonríe un poco y se acerca para abrazar a ambos Tomlinson y Jake feliz los aprieta fuerte por el cuello de ambos.

"¿Te lo has pasado bien, bollito?" Pregunta el castaño cuando se separan. El ojiazul pequeño asiente sonriente. "¿Y te has portado bien?"

"Sí mami, Jake bueno." Los demás se acercan a saludar y felicitarse el año nuevo.

"¿Dónde está mamá?" Pregunta el rizado cuando ya los cuatro mayores se han sentado en las sillas de fuera y ven como los niños siguen jugando.

"Han ido a pasear por el lago, deben de estar ya por llegar."

El día pasó tranquilo, comieron, rieron, hablaron, y después cada uno ya se fue hacía su casa porque al día siguiente toca empezar con la rutina, la cosa era que el colegio del pequeño no empezaba hasta después de dos días así que tubo que pedir un día más de fiesta, obviamente Harry no puso objeción.

Así que ahora estaba con Jake en el supermercado que quedaba más cerca de su casa, bueno de la casa del rizado. A veces se le olvidaba que ellos no vivían ahí permanentemente, que estaban como invitados y todo tendrá que llegar a su fin en un futuro próximo. No puede alargarlo mucho más aunque sea lo que más quiere, solo de pensarlo le entran hasta retortijones. Se ha enamorado del rizado, no hay vuelta atrás.

Lo que lo tiene algo desconcertado es que desde la noche de fin de año no se habían dado un beso, no habían tenido más momentos íntimos ni habían pasado más allá de un simple roce o sonreírse. Y lógicamente Louis estaba desesperado por ello. Pero sobretodo estaba muy preocupado, ¿eso significaba que no quería nada más? ya no habría nada entre ellos... volvían al punto de partida, solo jefe y empleado, algo así como amigos. No, no quería eso, pero tampoco se atrevía a dar él ese paso, a parte, habían estado todo el día de ayer rodeados de gente y con Jake pegado a ellos, parece que tenía miedo que se volviesen a ir sin él, y hoy cuando se han despertado ya se había ido al trabajo, no ha podido ni darle los buenos días.

"Mami. Esto." La voz de su hijo que iba subido en el carro de la compra lo vuelve a la realidad. Mira hacía donde está señalando Jake y ve un montón de cajas de galletas de chocolate.

Caprichos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora