Así que Billy Hargrove, luego de sus largas e involuntarias vacaciones, por fin regresó a la escuela. Los pasillos parecían desconocidos, como si hubieran cambiado en su ausencia.
Estaba nervioso y desubicado. La anticipación y la incomodidad que sentía eran aún mayores que la primera vez que puso un pie en la escuela Hawkins High.
Sin embargo, estaba decidido a esforzarse al máximo y hacer todo lo posible para recuperar el tiempo perdido. Tendría que pedir trabajos extra y convertirse en lo que había jurado destruir: un completo nerdo.
Pero, estaba dispuesto a hacer ese sacrificio con tal de evitar el permanecer en esa escuela más tiempo del estrictamente necesario. La idea de asistir a la escuela de verano le resultaba insoportable.
Gracias a la rehabilitación y a las prácticas con Steve, había recuperado mucho de su condición física. No obstante, el entrenador había frustrado sus esperanzas de reintegrarse al equipo de baloncesto. Así que cuando llegó la hora del almuerzo, se enfrentó a un nuevo dilema mientras escaneaba los diferentes grupos y pandillas dispersos por la cafetería.
Desde la mesa de los atletas y porristas, Carol Perkins lo miró y le dedicó una sonrisa de reconocimiento, pero no lo invitó a acompañarla. Habían charlado algunas veces, y ambos se habían dado cuenta de que lo único que tenían en común era la frivolidad, la promiscuidad y a Tommy Hagan. Así que desde que éste se había ido de Hawkings para ir a la universidad, su relación se había puesto rara y distante.
En la misma mesa que Carol, se encontraba el nuevo rey de Hawkins High. Jason Trepadora Carver. Había ascendido gracias al egreso de Harrington y a la larga enfermedad de Hargrove, y éste no tenía la energía ni la motivación para competir con él.
Sin mencionar al nerdecillo Lucas Sinclair, que de alguna manera había conseguido lugar entre los atletas. Era poco probable que el mocoso lo hubiera perdonado. Sin duda sentarse en esa mesa sería una experiencia incómoda y tensa.
Desde el rincón más apartado de la cafetería, en la mesa de los freaks, la voz histriónica de Eddie Munson capturó su atención. El metalero le agradaba y le atraía. Sus caminos se habían cruzado en numerosas ocasiones. Habían coincidido en algunas fiestas y conciertos en que habían compartido momentos memorables, y tras los cuales, más de una vez, habían culminado en el modesto tráiler de Munson, entregándose a los placeres de una basta variedad de sustancias y bebidas espirituosas... y donde habían terminado metiéndose mano.
Sin embargo, aunque ya había aceptado que no recuperaría la popularidad que con tanta meticulosidad había construido el año anterior, tuvo que reconocer que si se unía a esa mesa, aunque tentador, terminaría por tirar su reputación por el caño.
Además la mesa tenía dos nuevas adquisiciones. Al igual que la opción anterior, esta mesa también había sido invadida por los fetos de Harrington.
Mientras pagaba la cuenta del almuerzo, Billy escudriñó con pereza la habitación. Sus ojos vagaron de mesa en mesa, con aire de desinterés, descartándolas de una en una por los motivos más triviales e insignificantes.
El tiempo seguía su curso y se estaba quedando sin opciones, y justo cuando pensó que toda esperanza estaba perdida, un destello de movimiento captó su atención desde una mesa más adelante. Era una rubia pecosa que sonreía, agitaba su mano y lo llamaba por su nombre.
Billy la observó con detenimiento, incapaz de reconocerla de inmediato, hasta que, como un repentino flashazo, se le apareció ante los ojos con un absurdo disfraz de marinera.
La visión lo impresionó sobremanera, al grado de acelerarle el pulso y hacer que la bandeja temblara en sus manos de forma tan violenta que cayó al suelo. Se quedó un momento paralizado con los ojos fijos en el desastre en el piso en que se había convertido su almuerzo.
Su respiración empezó a volverse superficial y errática mientras la cafetería empezaba a dar vueltas a su alrededor.
Trémulo, dio media vuelta y huyó de las miradas curiosas y murmullos de sus condiscípulos, que se fueron desvaneciendo en la distancia, reemplazados por el sonido de su propio corazón latiendo sin control.
El mundo a su alrededor parecía desvanecerse en un borrón de colores y formas cambiantes, irreales. Avanzó por unos pasillos que parecían cada vez más extraños y desconocidos, como si hubiera caído en una realidad alternativa. Las paredes parecían cerrarse sobre él, opresivas. El aire se volvía pesado. Se sofocaba...
Empezaban a zumbarle los oídos cuando logró salir al aire fresco. Comenzó a caminar de un lado a otro esforzándose en inhalar profundo y exhalar lentamente, luchando por reprimir la abrumadora avalancha de recuerdos y emociones que amenazaban con consumirlo.
—¿Necesitas ir a la enfermería? —preguntó tras de sí una voz trémula y ligeramente preocupada.
Billy agitó la cabeza lado a lado y dio media vuelta para darse cuenta de que la marinera lo había seguido. Apartó la mirada al instante y cerró los párpados con fuerza, concentrándose en su respiración.
—Sólo necesito... —murmuró y se palpó la ropa sin encontrar lo que buscaba—. ¿Tienes un cigarrillo? —preguntó con voz temblorosa y, para su mala fortuna, la chica movió la cabeza a los lados.
Sin embargo, Billy empezaba a sentirse mejor. Notaba que sus latidos y su respiración habían recuperado su ritmo y regularidad, y su mente se aclaraba poco a poco.
Después de una corta vacilación, ella le extendió la mano.
—Soy Robin Buckley —le dijo—. No nos habíamos presentado.
—Ajá... Una de las chicas de Harrington, ¿no?
Robin cambió de opinión en el último segundo y bajó la mano abruptamente, antes de que Billy pudiera tomarla.
—No. No lo soy —dijo y por un instante fugaz, su rostro había adquirido un gesto de dolor. Billy siguió su línea de visión y se encontró con Nancy Wheeler, que al parecer había estado a punto de dirigirse hacia ellos, pero ahora estaba dando media vuelta con acritud de incomodidad para alejarse por dónde había venido. Robin exhaló con frustración mientras la veía alejarse. Luego, cambió el tema—. Hay que volver —le sugirió—. Te invito el almuerzo.
***
Sigue enojada Robin :(
ESTÁS LEYENDO
Amores extraños (Steve x Billy - Harringrove)
FanfictionSteve Harrington tiene la sensación de que últimamente le ha fallado a sus amigos. Por lo menos todavía puede estar para su amiga Max, quien le pidió el favor de llevarla de visita al hospital militar.