Bajo la tenue luz de la luna, sus cuerpos enlazados proyectaron una única y trémula sombra en el pavimento.
La consciencia de Steve se sumergió en un silencio blanco y profundo. Entre nubes y nieblas mentales, era apenas capaz de procesar las potentes percepciones que sus sentidos le comunicaban. Sentía la dulce, pero firme, presión de los labios de Billy en los suyos. Era consciente de su lengua cálida y embriagadora asaltando su boca. Podía sentir sus dedos peinando con dulzura su pelo. Se sentía envuelto en un capullo hilado con su calor corporal y su respiración agitada y ardiente.
Abrió los ojos con lentitud hipnótica, permitiendo que la realidad se filtrara a retazos en su mente.
El beso había llegado a su fin, sin embargo, sus bocas seguían vinculadas por un hilillo plateado y efímero, que lanzó un destello y desapareció en un segundo.
Billy rozó con el pulgar el labio inferior de Steve, limpiando con gesto adormilado el pequeño rastro de saliva que persistía.
La mueca conmocionada de su cara debía ser en extremo hilarante y ridícula, porque de pronto la risa melodiosa y diáfana de Billy estalló y se elevó en el aire nocturno.
-Anda, llévame a tu casa -sugirió luego, con voz suave y ronroneante, mientras lo tomaba de la mano.
Entre risillas incontenibles y suspiros anhelantes emprendieron una carrera eufórica y desenfrenada por la desierta y muda avenida.
Cuando llegaron al refugio del techo de Steve, éste fue empujado contra la puerta cerrada y sus labios volvieron a unirse en un beso húmedo y tan arrebatador que los dejó sin aliento y con sus corazones enloquecidos intentando escapar de sus cuerpos.
Steve lanzó un vistazo fugaz a la escalera que llevaba a su habitación y volvió en un instante a encontrarse con los ojos de Billy.
-¿Quieres tomar algo? -ofreció aturdido mientras sus mejillas se coloreaban de rosa.
-Preferiría que fuéramos al grano -replicó Billy impaciente-. Llévame a tu dormitorio.
Steve afirmó y carraspeó con nerviosismo, sin poder disimular su intranquilidad. Luego, condujo a Billy hasta su recámara, quien sin perder el tiempo, volvió a estar encima de él, ávido y goloso, besando y mordiendo sus labios y forcejeando para aflojar las capas de ropa que los restringía y los separaba. Luego se colgó de sus hombros y lo jaloneó hasta que ambos habían caído sobre la blandura del lecho.
Sosteniéndose en su codo, Steve dibujó con sus labios la mandíbula y el cuello de Billy, mientras sobaba su vientre por arriba de la delgada tela de su camiseta. Sin embargo, cuando quiso deslizar la mano por debajo de la prenda, Billy lo sujetó con firmeza, impidiendo su exploración por su torso.
Un escalofrío de temor invadió el espíritu de Steve. Pensó que había arruinado la magia del momento por no haber considerado la existencia de ese límite y por haber querido cruzarlo.
Pero, para su sorpresa y alivio, Billy volvió a unir los labios con los suyos. Guio la mano de Steve en la dirección opuesta, hacia el interior de sus abultados jeans, haciendo que tentara la voluptuosidad y el deseo que lo inundaba, manifestando sin palabras que estaba dispuesto a entregarse en cuerpo y alma al ardor que lo consumía.
No obstante, Steve se apartó de forma repentina, como si aquel breve contacto lo hubiera lastimado.
A pesar de que su entrepierna también empezaba a congestionarse a causa de la creciente excitación, de improviso la realidad de la situación golpeó su cerebro y la inquietud que se había esforzado por refrenar, había crecido hasta convertirse en verdadero pánico. De pronto su garganta se había cerrado y las palmas de las manos le sudaban copiosamente.
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Amores extraños (Steve x Billy - Harringrove)
FanfictionSteve Harrington tiene la sensación de que últimamente le ha fallado a sus amigos. Por lo menos todavía puede estar para su amiga Max, quien le pidió el favor de llevarla de visita al hospital militar.