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Las circunstancias en las que se conocieron eran tan extrañas como normales. Después de todo, no era tan raro conocer a alguien en un hospital, ¿verdad? Ese edificio, toda esa blancura, los uniformes, el olor a medicinas y el llanto. Todo era parte de la vida. En la de Beomgyu, por ejemplo, todo era rutina. Su madre estaba venciendo el cáncer con orgullo y valentía. Lo menos que podía hacer Beomgyu era acompañarla y esperarla a que terminara con sus dosis de quimioterapia.

En varias ocasiones le tocó la casualidad de sentarse al lado de un chico más o menos de su edad. Beomgyu supuso que estaba allí esperando a alguien también porque nunca lo veía entrar a ninguna de las habitaciones. De acuerdo, tenían la misma rutina. ¿No era eso realmente un grandioso tema para hablar? ¿Para tener como primera conversación? ¿Un pretexto para saludar y matar el tiempo perdido que hubo pasado casi acechándolo desde su lugar, tratándolo de descifrar?

Beomgyu creía que sí. Era el tema perfecto.

Además sería fantástico poder hablar con alguien que no fuera la vocecita en su cabeza, que aterrada repasaba los 'Y si...' que existían en su vida. '¿Y si tu mamá no sobrevive al cáncer? ¿Qué vas a hacer entonces, eh, Beomgyu?' '¿Y si tu padre se vuelve loco y no puede superar su pérdida? ¿Qué vas a hacer? ¿Sacar adelante a tu hermana como si fueran panqueques?' Era mejor hablar con alguien más.

Y bueno... el extraño se veía agradable.

Beomgyu no creía que fuera posible que el tipo lo ignorara o le hiciera algún gesto ofensivo. Aparte que no era como si tuviera más opciones... las demás personas en la sala de espera eran demasiado mayores o demasiado jóvenes. Había una chica de aproximadamente diez años. Nop. No era una buena vacante. ¡Oh! Pero había también un hombre de unos cuarenta y tantos. Mm... Pasaba lo correcto, pero aun así, el chico sentado a su lado era la mejor opción. Así que si le preguntaban, no había elegido hablar con él por su increíblemente apuesto físico ni por su increíblemente perfecto cabello ni sus ridículamente asombrosos ojos. ¡Oh, ja! ¿Y qué decir del absurdo perfil que tenía? Beomgyu no creía que fuera sano ser tan atractivo.

—Así que... divertido, ¿eh? Esperar —Soltó Beomgyu torpemente.

El chico lo miró y esbozó una media sonrisa.

—Ya lo creo.

De acuerdo. También tenía una voz que... um, al menos quedaba con su apariencia. Había personas que lucían de cierta manera y el tono de su voz era como escuchar el mejor de los chistes.

¡Ding, ding! Un punto más para la perfección del desconocido.

Iba a seguir hablándole pero su celular comenzó a sonar. Beomgyu salió de la sala de espera hacia el aparcamiento y contestó la llamada. Era su padre, quien estaba borracho... de nuevo. Beomgyu le cortó la llamada lo antes posible, enojado y sorprendido de que estuviera en ese estado de ebriedad tan temprano. No eran ni las nueve de la mañana. ¿Qué demonios sucedía con ese hombre? ¿En realidad era tan egoísta? ¿Acaso pensaba que él era el único que estaba pasando por un mal momento?

Regresó a su asiento pero el desconocido ya no estaba.

Beomgyu no tuvo tiempo de buscarlo con la mirada porque su mamá salió de su cita. Lucía bien, en lo que cabía. Se veía cansada, por supuesto, pero Beomgyu sabía que podía lucir peor.

Y... sí, ese pensamiento no le ayudaba para nada a conciliar el sueño por las noches.

yellow light - yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora