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Beomgyu estaba tan extasiado con la idea de tener un novio que sentía que flotaba cuando iba en camino a su trabajo. Jamás había tenido espacio en su cabeza para verse a sí mismo con pareja. De hecho la sola idea le daba risa, porque tenía un montón de cosas más importantes por hacer, pero... oh, Yeonjun.

Yeonjun era una excepción, porque Yeonjun le había gustado como nunca jamás le había gustado nadie. Sería justo decir que Yeonjun le gustaba más que la comida. Le gustaba más que la música. Más que ver la televisión. Más que nada en general.

Sentía ese "algo" que nadie le había contado que sentiría una vez que estuviera enamorado. No sentía mariposas en su estómago, porque las mariposas eran lindas y agradables, pero lo que sentía en su estómago cuando miraba a Yeonjun le hacía temblar y doler su cuerpo. Sentía una mezcla de felicidad, desespero y terror. Terror, sí, porque estaba enamorado de un hombre y la sociedad era cruel. Sabía que no podía salir agarrado de la mano de Yeonjun sin escuchar comentarios malintencionados o miradas de asombro y desaprobación (y no es como si pudieran de todos modos porque Yeonjun apenas y podía caminar hacia el baño). Sentía felicidad porque wow, Yeonjun. Ni en sus más locas fantasías se hubiera imaginado que Yeonjun lo quería tanto como ahora le dejaba saber con su radical cambio de comportamiento.

Pasó de ser serio a no callarse casi nunca. Era tierno. Le gustaba robarse la comida de su plato también. Y le gustaba rascarle la cabeza a Beomgyu hasta que él mismo se quedaba dormido, y lo adorable era que Yeonjun continuaba rascando su cabeza con cuidado aun cuando estaba en su quinto sueño. Y le gustaba contar chistes bobos. Chistes que le arrojaba como granadas en los momentos más raros. Como cuando Beomgyu le había pedido prestado el baño y Yeonjun, desde su cama, le había dicho:

—Hey, ¿Beom? —Y Beomgyu casi se había infartado porque Yeonjun le había hablado con un tono de voz que denotaba que hablaría sobre un tema de importancia nacional—. Había una vez una cereza caminando por la calle, casi comiéndose el mundo y pasó por un edificio de paredes de espejos y se detuvo para admirarse y bien sorprendida dijo; "¡Oh! ¿CERE-ZA-YO?"

Dios mío.

Beomgyu se había reído hasta las lágrimas en el cuarto de baño de los Choi y había sido una experiencia extraña pero divertida.

Pero ahora con las sensaciones que sentía cuando estaba con Yeonjun; sentía desespero porque contrario al resto de las parejas que sabían que sí, uno de ellos moriría antes que el otro pero no pensaban en ello porque probablemente faltaban muchos, muchos, muchos años para que sucediera... Beomgyu sabía que podía perder a Yeonjun en una semana, o en dos, en un mes.

Quería pasar todo el tiempo que fuera posible con su novio. Quería dormir con él, bañarse con él, desayunar, comer y cenar con él. Incluso quería acompañarlo cada vez que le tocara medicarse con quimioterapia, pero el maldito trabajo no le dejaba hacer la mitad de esas cosas.

Ahora; las parejas normales tenían el privilegio de poder discutir. Diablos, incluso podían pasar enojados durante semanas enteras simplemente porque podían. Pero, ¿Beomgyu y Yeonjun? Nah. Ellos no podían hacer eso.

Beomgyu creía que tenía todo muy bien controlado respecto a sus indiferencias pero algo sucedió y ese algo le hizo darse cuenta que no todo sucedía acorde a lo planeado.


¡!

No era un secreto que su hermana estaba enamorada del chico malo de su curso escolar. Beomgyu lo había visto un par de veces y su sola mirada gritaba "¡PELIGRO!". Pero sabía que aunque quisiera no podía mantener a su hermana alejada de ese imbécil. Además se olvidó de la existencia de ese chico gracias a que estaba en un estado tal de éxtasis con Yeonjun que ya empezaba a entender el comportamiento tonto de su hermana.

yellow light - yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora