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Olvidarse que Yeonjun tenía cáncer fue difícil cuando los médicos dijeron que la quimioterapia no estaba funcionando como habían esperado.

Yeonjun tuvo que ser internado y Beomgyu ahora visitaba a Yeonjun con más regularidad porque el hospital quedaba casi a la vuelta de la esquina de su trabajo. Sungwoo era considerado con él y lo dejaba salir en los horarios de visita, pero le hacía trabajar horas extra, por supuesto. Tenía que ser justo. Y Beomgyu odiaba la injusticia. Si para ganarse los pases al horario de visita con Yeonjun tenía que trabajar más y dormir menos, pues bienvenida fuera la justicia.

Yoona hacía lo que podía. Ya no usaba su cocina como cueva personal, ahora su cueva personal era la cafetería del hospital. Pero hey, tenía que darle crédito extra por estar allí y no con uno de sus amantes.

Algo curioso en Yoona era que además de no mencionar el nombre de sus hijos o el de su esposo, tampoco entraba mucho a visitar a Yeonjun. Beomgyu no necesitaba preguntarle por qué, ya que era obvio que no le gustaba ver a su hijo lleno de cables, conectado a un montón de aparatos médicos. También sabía cuándo lo hacía, porque cuando Yoona visitaba a Yeonjun por lo general Beomgyu la encontraba usando lentes de sol.

Yoona lloraba mucho.

Yoona sufría mucho.

Y Beomgyu lo estaba empezando a entender.

¡!

Beomgyu empezó a quedarse a dormir en el hospital cuando los médicos les dijeron que Yeonjun estaba teniendo ataques de pánico cuando él se marchaba.

Que Yoona entrara a cuidarlo ya no era una opción porque por lo general Yoona ponía en peores condiciones a Yeonjun. Lo ponía triste y le quitaba todas las ganas por mantener sus comidas en su estómago, lo ponía pesimista y raro. En una ocasión, exactamente un día después de que Yoona durmiera al lado de Yeonjun (en una incómoda silla), Beomgyu había intentado charlar con Yeonjun y Yeonjun no había dicho una palabra. Se había quedado mirando hacia la pared con una mirada herida que le hacía doler el estómago a Beomgyu. Ese día también había sido el principio de sus dobles dosis de morfina y todo había sido malas noticias y ojos llorosos y miradas que guardaban miles de secretos.

Beomgyu se abstenía a preguntarle a Yeonjun sobre sus ataques de pánico, porque no eran cualquier cosa. Lo ponían realmente mal y Beomgyu estaba preocupado.

Fue entonces que se enteró que Yoona había charlado con él. Habían tenido "esa charla" en la que Beomgyu tanto había pensado. Habían hablado de la hermana menor de Yeonjun, Mina, y de su padre también. Yeonjun le contó que Yoona había mantenido en secreto todo ese tiempo el hecho de que su padre había tenido la misma enfermedad. Y Mina la había tenido antes que Yeonjun. Ambos estaban muertos ahora, y Yeonjun sabía con una certeza absurda que él terminaría igual.

—No digas eso, por favor —Le había dicho Beomgyu tratando de no llorar. Si él lloraba arruinaría todo. Arruinaría la poca fortaleza que le quedaba a Yeonjun y si hacía eso jamás se lo iba a perdonar—. Vas a salir bien, ¿sí? Todo va a salir bien.

—¿Cómo sabes?

—Sólo lo sé...

—Me voy a morir, Beomgyu.

—No. No vas a morir. No te vas a ir a ningún lado, ¿me oíste? Aún te falta mucho por vivir —Había sujetado su mano contra su mentón, y sí... ya estaba llorando—. Conmigo. A mi lado... vas a ponerte mejor y tú y yo vamos a ser bien felices y miraremos juntos como todo se pone cada vez mejor con nuestras vidas. Sólo... tienes que ser fuerte, ¿de acuerdo?

Yeonjun había llorado también y Beomgyu jamás lo había visto así. Le temblaban las manos y no estaba respirando correctamente y Beomgyu sólo quería cerrar los ojos y abrirlos de nuevo para darse cuenta de que todo había sido una horrible pesadilla. Quería despertar para darse cuenta de que Yeonjun estaba allí, en la sala de espera, dibujando y mirándolo raro y llamándolo chico hiperactivo. Quería imaginar que Yeonjun no había estado en ese lugar a causa de una enfermedad. ¿Quizá era amigo de una de las enfermeras? ¿Quizá sus padres eran médicos?

Pero entonces había abierto los ojos y había visto dolor y más dolor en los ojos de Yeonjun. Dolor en todos lados.

Beomgyu nunca había considerado morir de amor... pero ese día fue en lo único que podía pensar.

¡!

—Hey, dormilón —Lo saludó Beomgyu cuando notó que Yeonjun lo estaba observando. Era incómodo dormir en las sillas pero ya se estaba acostumbrando y a veces sin proponérselo empezaba a roncar y soñar.

—Te quedaste —Murmuró Yeonjun como si no lo pudiera creer.

—Claro que me quedé.

—Pensé que no lo harías, porque te quedaste ayer también.

—Y anteayer también —Yeonjun sonrió—. Y antes de anteayer. Y el día anterior de antes de anteayer. No te dejaré solo —Dijo acariciando su brazo—. Jamás pienses que te dejaré solo.

—Beomgyu... —Empezó Yeonjun. Beomgyu lo miró con un inmenso amor—. Es sólo que... no me gusta cuando te vas. Y sé que... bueno, sé que tienes que irte. Lo sé. Las visitas se acaban y tú tienes cosas que hacer. Lo entiendo pero... no sé, me da miedo.

—¿Miedo? —Preguntó Beomgyu inclinándose para escucharlo mejor.

Yeonjun asintió.

—¿Por qué? ¿Qué es lo que te da miedo?

—Perderte. —Dijo y Beomgyu frunció el ceño.

¿Enserio? ¿Yeonjun tenía miedo de perderlo?

Era algo irónico a decir verdad, porque lo cierto era que el único que podía perder algo era Beomgyu. Beomgyu perdería a Yeonjun y no entendía por qué le preocupaba tanto si él era quien se apagaría y no sentiría tristeza nunca más ni lo echaría de menos porque si bien sabía Beomgyu los muertos no sentían nada.

—No me vas a perder —Le prometió con una sonrisa.

—No entiendes...

—¿Qué es lo que no entiendo? Dime —Pidió dulcemente.

Y Yeonjun le explicó.

Le confesó que le tenía miedo a la muerte. Al contrario de todos los pacientes con cáncer que por alguna extraña razón le perdían el miedo a todo, al dolor, a dejar a sus seres queridos sin ellos, y a la muerte en especial, a lo que había más allá de eso, Yeonjun estaba aterrado. Quizá era muy egoísta. Quizá lo era. Porque sabía que no era justo para su mamá vivir con aquel dolor constante de que perdería a otro de sus hijos. Sabía que lo mejor para ella sería que él falleciera para que al menos sintiera alivio. Sabía que pensaría cosas positivas como "dejó de sufrir", "ahora está en un lugar mejor". Lo sabía porque eso había pensado Yeonjun de su hermana. Y le había ayudado montones a su alma pensar de esa manera.

Mina, quien había muerto de lo mismo. Y su padre, quien en una íntima charla Yoona le había confesado que había sufrido de lo mismo. Y también había muerto debido a esa enfermedad. Entender por qué Yoona tuvo sexo con su padre a pesar de que legalmente ya no estaban juntos era un misterio total. Y por qué su padre había decidido no conocerlos era algo difícil de entender. Lo peor era digerir el hecho de que Yoona no les había dicho que su padre había fallecido.

Yeonjun eventualmente había dejado de pensar en ello.

Ahora vivía temeroso de dormirse y no despertar jamás.

Temía morir con dolor. Temía morir solo.

Temía morir sin Beomgyu a su lado.

Entendía que él sería quien partiera y causara dolor con su ausencia. Pero de nuevo, Yeonjun era egoísta. Yeonjun quería seguir allí, con su mamá y con Beomgyu. No quería abandonarlos. No quería irse. No quería morir, aunque fuera una muerte indolora. Yeonjun no quería dejar de ver a Beomgyu y a Yoona. Sabía que no podría echarlos de menos una vez estuviera muerto pero la sola idea de no verlos jamás lo comía por dentro.

Todavía le faltaba mucho por vivir.

Tenía dieciocho años. Aún le faltaba viajar, explorar cosas nuevas, pintar más paisajes, conocer más a Beomgyu, arreglar cosas con su madre.

Estaba enojado de que la vida le arrebatara esas cosas. Estaba tan enojado que quería gritar y golpear y destruir algo con sus manos, pero su cuerpo ya no cooperaba con él.

Ahora lo único que podía hacer era estar acostado en esa cama mientras sus tóxicos pensamientos le provocaban ataques de pánico.

yellow light - yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora