𝐋𝐀 𝐇𝐄𝐑𝐌𝐀𝐍𝐀 𝐃𝐄 𝐒𝐇𝐈𝐊𝐀𝐃𝐀𝐈 ✓

1 | Día a día

Shikanari

—¡Estoy en casa! Estaba con Mirai —dije entrando a casa.

—¿Practicando? —me pregunto mamá.

—Sí, sí. Me voy a cambiar, vengo enseguida —mientras terminaba de cambiarme escuché como la puerta se abría, salí de mi habitación— Hola Shikadai.

—Hola —dijo simple y se sentó en la mesa a jugar un videojuego.

—¿Cómo estuvo tu día hoy? —intento ser una buena hermana mayor, pero Shikadai es algo complicado.

—Tuvimos que reformar la cara del Hokage, un fastidio.

—No hables así de algo relacionado con el Hokage, es algo importante.

—Suenas a mamá... —la nombrada llegó por detrás de él y le golpeó la cabeza— ¡Ay!

—¿Se puede saber qué hiciste en la escuela? —le pregunto mamá enojada.

—Fue Boruto, yo solo me vi envuelto.

—No pongas excusas, sé un hombre —le tiraba de la oreja, intentaba aguantar la risa lo más que podía.

—Ya llegué. ¿Qué pasó? —dijo papá entrando en casa.

—Llegaste para ver como mamá regaña a Shikadai —respondí.

—¿Hiciste algo malo? —le pregunto papá.

—No, papá. Yo no hice nada.

—Tú también dile algo. No hace más que tonterías en la Academia —ayudaba a mamá a poner las cosas en la mesa— Dile que así no será un buen ninja. No serás Chūnin como tu hermana.

—Bueno, en la Academia se aprenden muchas cosas. Tómalo como si te regañaran para ser un buen ninja. Porque no hay ningún niño perfecto —dijo papá.

—Yo era un desastre al inicio de la Academia, y mira, ahora soy una de las mejores Chūnin —agregue.

—Nosotros también crecimos a punta de regaños. Si no, nos echaríamos a perder, sin pensar ni reaccionar al hacer algo malo —decía papá con un tono de nostalgia. 

—Tienen razón —dijo Shikadai.

—No te preocupes Temari, ya lo entendió. Pero tengo hambre, dame algo de comer —mamá le sacó la botella de vino que tenía en la mano.

—Eres muy blando —escupí lo que estaba tomando— ¿Por eso Shikadai salió así? Shikanari es más parecida a mí.

—¿Estás enojada conmigo? —le pregunto papá.

—¿Digo que tienen que pensar en el futuro de los Nara y se lo toman así? —los tres pusimos cara de sorprendidos. 

—Qué fastidio... —pensé. Seguro que mi papá y mi hermano pensaron lo mismo.

—Pensaron "qué fastidio", ¿cierto? ¡Esta noche no cenan!

—¿Eso me incluye?

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Escuchaba la panza de Shikadai sonar.

—Papá sabe que cuando mamá se pone así debe de darle la razón. Qué fastidio —decía Shikadai mientras jugaba. 

—Que mamá no te escuche —me senté al lado de él— Ten —le di un plato de comida.

—¿Qué?

—¿Crees que voy a dejar que no comas? Toma.

—Que mamá no se entere —reímos.

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