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EN EL CAMPO DE ENTRENAMIENTO habían varias dianas, el centro de estas era rojo, luego seguía un azul y el blanco que sería menos puntería.
Lucy y Susan estaban también conmigo, yo estaba tensando mi arco mientras Lu y Su miraban expectantes, suelto la flecha y doy al color azul, cerca del rojo, hago una mueca al no darle en el centro.
Lucy saca su daga y sin más preámbulos la tira dando en el centro de la diana, Susan y yo la miramos sorprendida, y ahora era turno de Susan tirar su daga, pero muy a nuestro pesar Susan falla dándole al blanco.
Unos caballos se escuchan relinchar y son nuestros hermanos junto con su caballo cada uno, Ares cabalgaba en un bonito caballo negro con manchas blancas, Ed en un precioso caballo marrón, se veía apuesto con el caballo para que mentir, y Peter llevaba ¡un unicornio!.
-¡Haber Edmund, la espada arriba, como nos enseñó Oreius! -dicen el rubio y mi hermano a la vez empezando a combatir entre los tres en ágiles movimientos-.
-¡Peter, Ares, Edmund! -el señor castor aparece corriendo-.
El caballo de Edmund se asusta al ver al castor y se pone a dos patas mientras relincha.
-¡Tranquilo chico! -dice Ed-.
-Mi nombre es Philip -el caballo de Ed habla-.
-La bruja demanda una reunión con Aslan -dice el castor mientras corre de nuevo a la zona de las carpas-.
-¡Chicas, subid! -nos grita mi hermano-.
Iba a subirme en el caballo con mi hermano pero Susan se me adelanta y sube con él, Edmund me extiende la mano y yo le sonrío tomándola y subiendo detrás de él en el caballo, Lucy sube en el unicornio de Peter.
-¡Agarrate! -Ed me dice mientras le ordena a Philip que empiece a correr-.
Yo le hago caso a Edmund y paso mis brazos por su pecho agarrandome de él, Ed posa por un momento una de sus manos en las mías ,al parecer asegurándose que esté bien agarrada a él, llegamos a la zona de las carpas y nos bajamos todos de los caballos.
Nos ponemos en fila para ver la llegada de Jadis y alguno de sus súbditos.
-¡Jadis, la reina de Narnia, emperatriz de las islas solitarias! -gritaba un enano-
La que parecía ser Jadis, estaba siendo llevada en una especie de trono por dos cíclopes, la mujer llevaba un vestido blanco que abultaba más que ella, en su pelo casi blanco llevaba unas rastas junto a una corona, los cíclopes dejan a la bruja en el suelo y esta se levanta imponente con la cabeza levantada y recta. La mujer al pasar al lado de nosotro le lanza una rápida mirada de odio a Edmund, que este al estar a mi lado parece tensarse, yo agarro su mano entrelazando nuestros dedos y dándole un pequeño apretón.
-Hay un traidor en tus tropas Aslan -suelta la mujer-.
-Su ofensa no te ha hecho ningún daño -Aslan, defiende a Ed-.
-¿Olvidaste las reglas de las cuales Narnia se forjó?
Aslan da un pequeño rugido enfadado por la bruja.
---¡No recites la gran magia ante mi, bruja! -Aslan dice enfadado-. Yo estuve ahí cuando fue escrita.
-Entonces sabes ya que todo traidor por ley es mío, su sangre es de mi propiedad.
-¡Intenta llevártelo! -dicen mi hermano y Peter a la vez desenfundando sus armas-.
-¿Y creéis que ganaríais por la fuerza quitarme mi derecho? -la bruja parece no inmutarse ante las armas-. Aslan sabe que si no recibo la sangre que la ley demanda toda Narnia va a ser devastada, y parecerá en fuego y agua. Ese muchacho -señala a Edmund- morirá en la mesa de piedra, así lo dicta la tradición, es cierto y lo sabes bien Aslan.
Miro a Ed con pesar y poso mi cabeza en su hombro, noto como su cabeza se posa en la mía y suspiro, ahora que se que somos amigos no quiero que se vaya ni lo maten.
-Suficiente, lo discutiré contigo a solas -en la mirada de Aslan parecía haber tristeza-
Aslan entra en su carpa y la bruja va detrás de él con aires de suficiencia, los susurros empiezan a hacerse presentes al momento.
