Capítulo 3: Los Disfraces

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"La casualidad nos da casi siempre, lo que nunca se nos hubiere ocurrido pedir."

Alphonse De Lamartine


1.


-31 de Octubre y no tengo ni idea que usaré- Pensó Ángel - Bueno son las 14:30, tengo el tiempo suficiente para merendar cualquier cosa y encontrar el condenado disfraz -


Ángel salió de su casa y se dirigió al centro comercial Beverly Center, era el más cercano. Este sábado era un día normal en los Ángeles, se encontraba muy muy soleado. Ella llevaba puesto un vestido corto, sandalias, su sombrero favorito, un bolso y su mejor actitud de compradora.


Mientras caminaba por las calles del Beverly Boulevard, se sentía tranquila; esa mañana había hablado con su madre y se hallaba mejor de salud, Ángel le había propuesto mudarse a su dpto., pero Bárbara era terca y prefería quedarse en su casa, "los vecinos te avisaran si me ocurre algo Angelito, no te preocupes" , era una preocupación menos. Su trabajo marchaba perfectamente, y lo mejor de todo era que sus pesadillas se habían dado por vencidas desde hacía dos semanas. Gracias a esto había podido dormir mejor y su psiquiatra había disminuido la medicación; se encontraba optimista ya que su última crisis había sido hacía algo más de un año y al parecer todo volvía a la normalidad.


Cuando caminaba con sus pensamientos en el aire, se encontró con su compañero de trabajo: Alex White. - Hola Ángel, ¿Cómo te va? - la saludo efusivamente, dándole un abrazo y un beso.


-Hola Alex - dijo en un tono algo aburrido - Muy bien gracias - y dio un paso hacia atrás para alejarse de él. - ¿Qué andas haciendo en este lugar? -

- Vengo a comprar algo para usar esta noche - Dijo Alex, con una sonrisa descaradamente coqueta.


Él era apuesto, del tipo "chico de los Ángeles"; bronceado, rubio y muy, muy musculoso. Adicional, parecía ser un buen tipo, pero no hay que creer. "Con seguridad querrá lo mismo que todos", pensó con rabia. Aunque.... Bueno.... Compañía es compañía y era preferible estar con un tarado medianamente agradable, que sola. - ¡Yo también vengo por lo mismo, que casualidad! Podríamos ir juntos -

-¡Muy bien! Conozco un lugar perfecto para conseguir lo que necesitamos. -


Recorrieron un par de calles y llegaron por fin a un lugar llamado ABRACADABRA, entraron y este se encontraba atestado de gente, niños de toda clase, adultos tirándose disfraces de un lado a otro y gritando -¿Qué tal me queda? - ¿No tienes otra talla? - ¿Pásame el de zanahoria?-.


Ángel detestaba profundamente los lugares concurridos, nunca había sido buena socializando y menos con un montón de gente ruidosa y desconocida. - Alex, por favor salgamos de este lugar, no me gusta estar rodeada de tanta gente, me pone nerviosa y me enferma -

-Tranquila nena, conozco a la dueña - Dijo con una sonrisa de autosuficiencia.


Se acercaron al mostrador y una mujer de mediana edad, de cabello muy corto y un poco regordeta, se presentó como Johana la dueña de ABRACADABRA. Saludó a Alex con mucha familiaridad, y enseguida nos hizo pasar a una bodega, le dijo a Alex que buscará con tranquilidad, luego se excusó y se retiró al caos del frente.

Angel, el amor te destruyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora