"Con todo y eso, a decir verdad, en nuestros días razón y amor no hacen buenas migas."
William Shakespeare, El sueño de una noche de verano, Acto III, escena 1ra.
Alex se apartó de la sala de juntas abatido, no comprendía lo que estaba sucediendo. Se notaba molesto y la única persona que le podría dar respuestas era Ángel. Agarró su celular y marcó el número de la interpelada. Una, dos y tres veces pero siempre lo dejaba pasar al buzón. Necesitaba revelaciones, pero más que nada; necesitaba soluciones. Y no se quedaría esperando a que llegaran solas. Caminó rápidamente hasta el parqueadero de la empresa, sacó las llaves de su automóvil del bolsillo de su pantalón, con el mando a distancia de la alarma, desbloqueó la puerta del conductor, se adentró en su auto y lo encendió. El sonido de su Cadillac El Dorado modelo 92 lo hacía sentirse siempre mejor. Pero no esta vez, se hallaba preocupado realmente por su empleo, no podía creer que Ángel lo hubiese utilizado. La pregunta era ¿para qué lo había utilizado?
Aceleró su vehículo y lo puso en marcha, se dirigía a la casa de Ángel, a poner claridad en el asunto. Al llegar a su edificio, la vio desde lejos. Estaba abriendo la puerta principal; eso significaba que ella acababa de regresar a su casa. Alex bajó del auto; tuvo que apresurar el paso ya que Ángel había entrado y ya se disponía a cerrar la puerta. Puso un pie en la entrada e impidió que terminara con la acción; Ángel asomó su cara, reflejaba tristeza, pero Alex no se encontraba allí para eso, necesitaba una explicación. A su vez Ángel notó la premura de Alex por encontrarla y recordó que había salido sin darle aviso, se imaginó que venía a pedirle cuentas, así que puso cara de desgana y dijo con una voz igual de "amistosa"
-Ahhh eres tú. ¿Qué quieres? ¿Por qué no estás en tu trabajo?
-Necesito hablar contigo.
Nuevamente Ángel advirtió la rabia, pero ahora reunida en su voz. No podía perderlo como aliado, por tal motivo bajo la guardia y se dirigió a él más calmadamente: - Muy bien. Hablemos.
-No, aquí no. Entremos a tu departamento.
Ángel recordó que en medio de la sala tenia las cosas que había tomado de la mansión de Logan y también algunas nuevas que había comprado para llevar a cabo su propósito. Así que tuvo que modificar nuevamente la intención de su petición y hacerla empalagosa - Nooo. Mi casa nooo - le lanzó una mirada coqueta y jugueteo con su mano por el borde de su americana. - tengo bastante desorden. Además no conozco tu casa. Me gustaría conocerla.
Alex observo con desdén los dedos de Ángel pasearse por su ropa. Se dio cuenta que era la primera vez que los jueguitos de esta muchacha no surtían efecto alguno en él y menos en su entrepierna.
-De acuerdo. Iremos a la mía - y tomando la mano de Ángel la retiro de su chaqueta.
Se encauzaron hacia al auto, se acomodaron y nuevamente Alex dio inicio al viaje; pero esta vez rumbo a su vivienda. No se dirigieron palabra durante el camino, eso estaba poniendo a Ángel nerviosa, muy nerviosa.
Veinte minutos después, se encontraron con una casa del color de la nata, rodeada por unos árboles frutales al parecer y adornada desde adentro por unas cortinas color rubí. Ángel se sorprendió, la casa de Alex era sublime, jamás se imaginó que un tarado como él, poseyese una casa tan hermosa. Alex la invitó a pasar y por dentro cumplía las expectativas con creces, muebles distribuidos, de color negro, todo a juego. Verdaderamente acogedora. -Es muy encantadora tu casa- mencionó, siendo amable.
-Gracias. Por favor toma asiento.
Ángel acató la orden; estaba brotando un poco de intranquilidad en ella, algo más de lo normal. A juzgar por las apariencias, la molestia de Alex no se debía al simple hecho de haberse marchado de su oficina sin avisar. Y presentía que esta vez no se solucionaría tan fácil como en otras ocasiones.
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Angel, el amor te destruye
Misteri / ThrillerAngel está demente, sus continuas historias de rechazo en el amor, la llevan a desencadenar todo su odio en un apuesto hombre llamado Logan King. ¿Podrá Logan escapar del odio de Angel? ¿Podrá salvar su mundo de esta locura? Una historia con un alt...