CAPÍTULO 8: ÍNDIGO

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-Si juras lealtad al nuevo rey de Hyrule no te pasará nada, tienes mi palabra.

En su celda, Link estaba sentado, después de 3 días de estar desnudo ya no buscaba posiciones que cubrieran su entrepierna, ni siquiera miró al "ninja" que le hablaba en ese momento

-¿Estás seguro?

Tenía tanta hambre que solamente deseaba que pasara una araña para poder comérsela, su garganta quemaba de lo seca que estaba

-Entonces morirás aquí olvidado.

Esa fue la presentación de su "tratamiento" como prisionero del castillo, al inicio fue un gran alivio, cada mañana le echaban agua helada, suponía que era la mañana porque así despertaba y quizá era un nuevo día. Gritaba enojado y rugía para que le echaran más agua pero solo era para poder beber un poco más, después lo soltaban de los grilletes y le daban un plato de arroz y si tenía suerte sopa de algo que parecía carne y pedazos de papas. Aprovechaba cualquier descuido para comer insectos, desarrollo un gusto particular por los saltamontes. Al atardecer lo golpeaban un poco y lo volvían a esposar, lo peor eran las patadas en las costillas, prefería que lo desmayaran en un puñetazo en la cara.

Nuevamente aquel hombre que le había hablado hace 9 duchas heladas se acercó a su celda y le arrojó un taparrabos y lo dejó vestirse.

-¿Juras lealtad al nuevo rey de Hyrule?

Esta vez Link lo miró desafiante sin responder, el hombre comenzó a reír

- Gracias – le dijo y su risa resonó por todo el calabozo.

La ducha fría siguiente no llegó, esta vez fue llevado a otra celda donde había una mesa con correas en las esquinas, alguien le vendó los ojos

-Despídete de tus ojos Link- el rubio empezó a hiperventilar, ¡le iban a sacar los ojos!

Trató de liberarse y se retorció con todas sus fuerzas, que no eran muchas, un puñetazo en el estómago lo puso en paz, lo subieron a la mesa y lo amarraron.

-Te haré unas preguntas, no te preocupes, voy a creer todo lo que me digas porque sé que serás sincero conmigo, ¿verdad Link? - el rubio no respondió -el problema es que no hablas, y eso dificulta mi trabajo.

Nuestro protagonista podía escuchar a esa persona dando vueltas a su alrededor mientras hablaba y luego el dolor más punzante le recorrió cada uno de sus nervios, convulsionó en la mesa unos segundos

- ¿Lo ven? Nos dirá la verdad- pudo escuchar algunas risas ligeras a sus pies, trató de contarlos.

"Nunca saldremos de aquí" le dijo la voz preocupada, por primera vez no estaba burlándose de él, eso era malo

Le preguntaron una y otra vez dónde estaba Zelda y cada vez que su respuesta era "no lo sé" era electrocutado y alguien le examinaba el corazón. Luego de lo que parecía una infinidad de shocks se escuchó algo

-Uno más y le dará un infarto- dijo una voz que parecía provenir de un anciano.

En cuanto lo desamarraron de la mesa intentó quitarse la venda de los ojos pero obviamente le detuvieron las manos.

- No no no, eres un muchacho muy enérgico... aguanta mucho para mi, ¿quieres?

Sintió que le ponían una especie de máscara escuchando claramente como la cerraban con llave, era pesada, gritó con todas sus fuerzas confundido y entonces se dio cuenta que no escuchaba nada, ni veía nada, era total oscuridad. Desesperado buscó orientarse, pero solo sintió que era arrastrado a algún lugar, arrojado al suelo.

Después de un rato tocó su entorno con las manos sintió paja, estuvo un largo rato reconociendo la pared y encontró los grilletes, estaba en su celda de nuevo. O al menos eso parecía.

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