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#33

"¿Que tan malo es aferrarse a eso que te hace daño?"

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················· Aaron ··············

La desesperación invadía mi cuerpo a no más poder, mis piel erizada por el pavor de que algo le sucediera.

Y aunque la ambulancia estuviera en movimiento mi cuerpo sentía que no teníamos avance y eso ocasionaba mucha frustración dentro de mi.

Su cuerpo totalmente ido frente a mi sobre esa camilla mientras era atendida por los paramedicos, la sensación agobiante de no ver resultados pronto me sofocada de una manera tan dura y lenta.

Las palabras intangibles de los paramedicos para un simple mortal que no sabía nada sobre medicina como yo, invadían este asfixiante y tan estrecho lugar.

El frenan de la ambulancia llega al fin junto a mí aliento de irritabilidad, las puertas se habrén y bajo rápidamente para ver como es bajada sobre esa camilla, su rostro tan tranquilo y angelical disminuían mi preocupación. 

Las camionetas se estacionan de golpe a mi atrás, les resto importancia ya que era lo menos que me interesaba ahora.

La sigo junto a los paramedicos para ser adentrados a la clínica de inmediato, era sorprendente como en tan poco tiempo ella había logrado que no pudiera vivir con la idea de no tenerla a mi lado.

Perdí su rostro cuando esas blaquesillas puertas se cerraron frente a mi segundos después de que ella cruzara inconsciente.

La punta de mi pie reflejaba la inquietud en mi cuerpo, mis manos juntas en mi barbilla pensando en una sola persona.

Había ordenado una gran cantidad de análisis si era necesario, a ella no le podía pasar nada.

A pesar de todas las torpezas que había ocasionado ella no podía alejarse de mi, en ese dichoso papel se encontraba su firma, ella me pertenecía, quiera o no.

Todo esto comenzó desde que fue flexible ante sus almendrados ojos, algo en mi sabia que tarde o temprano llegarían problemas pero, todo cambiaría en cuanto ella cruzara estas puertas de pie.

Los minutos se hacían eternos y no tenía noticias de ella ni de él paradero de Rodrigo, no podía vivir tranquilo sabiendo que alguien se atrevió a tocar lo que me pertenece frente a mi.

La rudeza de Hiram era absurda frente a mi, tanto yo como él sentíamos lo mismo, angustia y todo por aquellos ojos.

Quería respuestas y comenzaba a jódete no tenerlas de inmediato y a pesar que quería continuar con mi plan el doctor sale tras esas detestables puertas que me tentaban a destruirlas.

No dudo por ningún segundo haciendome a su lado de una manera rápida, todo con la esperanza de buenas noticias y no era el único. 

— ¿Como esta? — pregunto sin rodeos, necesitaba respuestas.

— Esta fuera de peligro. — es la frase que necesitaba escuchar, mi aliento sale aliviado al mismo tiempo que mi cuerpo se libera de esa horrible tensión — Sin embargo, la joven no puede seguir teniendo estos episodios continuamente o perderá la vida.

Odiaba las malas noticias, odiaba encariñarme con alguien porque siempre traían malas noticias consigo y Stella no era la excepción.

— Su enfermedad puede ser muy inofensiva como mortal y este es el caso.

— ¿Pero mi hija estará bien?

— Si inyecta su insulina a tiempo y come al pie de la letra, si.

Decido alejarme los pocos centímetros que nos encontrábamos de los asientos, era cuestión de tiempo para que esto pasara.

— Dejare unas indicaciones y en unas horas podrán llevárselas.

Se aleja sin más mínimo remordimiento luego de causar esta cascada de sentimientos en mi interior.

No podia permitir que le pase algo nuevamente, era hora de tomar cartas en el asunto así que me pongo de pie tomando de mi movil para hacer unas llamadas.

Luego de tantos minutos en el teléfono ya tenia todo lo necesario.

— Taylor. — se escucha a mi atrás de una gruesa voz quien mostraba autoridad y miedo pero, no para mi.

Sabía de quién se trataba así que hago todo para mantenerme sereno y voltear con calma teniéndolo frente a mi.

— Se que no nos llevamos bien y mucho menos podemos vernos la cara pero.. ahora, eso no me importa.

— ¿Quieres paz?

— Quiero encontrar al hijo de perra que se llevo a mi hijo y le causó este daño a mi hija.

— No sere tu amigo Hiram.

— Y crees que yo si. — sabia a donde iba y me gustaba pero, antes que todo soy un hombre de negocios — Ayúdame a encontrar al malnacido y no me interpondre en tus sucios negocios por los próximos tres meses.

— Que sean doce.

— Seis.

— Once.

— Cinco.

— Diez.

— Bien pero, no más y si veo que te pasas de la línea te matare.

— Tendrá mi palabra suegrito — tensa su mandíbula y con una sonrisa le extiendo mi mano que tarda en aceptar — lo odio pero, al final es el papá de mi esposa, lo hubiera ayudado sin necesidad de esta absurda negociación.

Veo al doctor salir formando un llamado tranquilo a sus espaldas, y que mejor que terminar este negocio dejándolo solo.

— Bueno suegrito, nos vemos en diez meses.

Comienzo mi andar sintiendo un cosquilleo en mis oídos producto de sus múltiples insultos que seguramente esta lanzando contra mi.

Contra, contra, soy el diablo pero, debes en cuando hay que encomendarse a dios.

Llego a la que era su habitación viéndola sentada, cabizbaja y sin energías.

— Los papeles y recetas ya están listos, la señorita en recepción de los brindara.

— Gracias doctor. — asiente en respuesta.

— Pueden irse y por favor sigan todo al pie de la letra.

El médico se retira y el silencio invade tod9 el lugar, era un niño, un simple adolescente que no sabía que hacer frente a la chica que le gusta.

Decido mantener la cordura, y la fuerza ante ella que tenía el poder de hacerme arrodillar si deseaba.

— Iremos..

— ¿Donde esta? — y es ahí donde notamos quien tiene el control, logra que guarde silencio ante ella. — ¿Dónde está Rodrigo?

— Estoy haciendo todo para recuperarlo.

— Yo puedo.

— No. — ahora yo decido mostrar el control de la situación, si no me interponía ahora, sabía que sería más difícil luego — Yo me encargare de todo, tu solo veraz por ti.

— Es mi hermano.

— Y tu eres mi esposa. No voy a dejar que un imbecil trate de poner sus manos sobre ti.

— Aaron..

— Regresaremos a casa y vas a obedecer todas mis ordenes, ya se acabaron las niñerías.

Volvernos a Ver | Aaron Taylor JohnsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora