Acto XIX

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•¿Para qué fui hecho?•

Manjiro Sano

El día del funeral de mi padre no me presenté, ni Emma o Shinichiro

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El día del funeral de mi padre no me presenté, ni Emma o Shinichiro. No los juzgo, yo menos que nadie, porque gracias a mi ese hombre está seis metros bajo tierra.

Su causa de muerte fue insuficiencia respiratoria a "raíz de su enfermedad", no fue problema para Haruchiyo esconder cualquier evidencia que me apuntara como el verdadero culpable.

Tengo miedo, mucho miedo.

Cuando esos impulsos me dominan es muy difícil que pueda controlarme. Hoy quedó nuevamente en evidencia que nunca voy a cambiar.

Odio esto.

Me odio.

Ni siquiera puedo ver a mi madre a los ojos. Por eso he decidido venir yo solo al cementerio en dónde se ubican los restos de aquel hombre.

Solo me dedico a mirar la lápida con su nombre grabado en ella. Muy en el fondo lo merecía, pero no quería que mis propias manos  terminarán manchadas.

—Creí que no tenías respeto por la muerte —al mirar abrí los ojos al toparme con esa cara que tantos recuerdos me trae.

Hanma...

—¿Visitando a tu viejo? Me temo que eso era en vida.

—Lárgate, no es el momento ni el lugar para discutir.

Guardo silencio por un par de segundos.

No creo que sientas dolor, no...tú no sientes nada. Es divertido verte desde otra perspectiva, me identifica un poco...¿recuerdas? Las desapariciones de Kisaki...South —lo observé sorprendido. Hace años no escuchaba ese nombre—. Se que están muerto, ¿No, Mikey?

Sentí una dolorosa punzada en el pecho.

Respira, respira....contrólate.

Yo que sé—contesté—, si murió o no, no es mi problema.

—Yo sé que tú los mataste —sentí mi corazón detenerse, no...es posible que lo sepa...tuvimos cuidado. Esta mintiendo—. No tengo como comprobarlo, pero escúchame bien...todo tu mundo está hecho con hipocresías y mentiras que tarde o temprano se destapan, hasta dudo que no hayas matado a tu propio padre. El teatro de las mentiras acaba con el acto final.

Mi puño se dirigió a su cara, por desgracia logro detenerme. Su mano envolvió la mía, tiene fuerza, pero no la suficiente.

—¡NO SABES NADA DE MI! ¡NADA! —la garganta me dolio por el grito que solte. Agradezco que no estemos rodeados de gente viva.

—¡SE MÁS DE LO QUE GUSTARÍA SABER! ¿¡Qué pasaría si tus queridos amigos se enteran de la verdad!? Todo tu imperio se caería, ¡Todo!  —me empujo  con la intención de  iniciar una pelea...no hagas eso...no se como terminará.

Mentiras Piadosas [Sano Manjiro y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora