Acto XVI

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Por fis, lean la nota al final del cap. ;]

Vamos a enamorarnos por la noche y olvidarlo por la mañana•

Mason Stepanov

Mi vida siempre estuvo planeada incluso antes de mi nacimiento, bueno, el de Mel. Se suponía que sólo nacería ella, pero por azares del destino otro óvulo de mi madre fue fecundado. Dicen que en sus ecografías no sé mostraba un segundo bebé, les dí la sorpresa de sus vidas un par de meses después.

Tampoco es que tuviera a los padres ideales, de hecho, tanto mi hermana como yo fuimos producto de una noche de tragos, en la que -tristemente- mi madre quedó embarazada.

Mis padres se casaron obligatoriamente por nuestra culpa. Para ellos no existía amor o algún lazo que compartieran. Nada. Al verlos pasear juntos por nuestra gran residencia me firmaba un sentimiento muy extraño. Creo que mis primeros recuerdos son de ese tipo, observarlos separados y por contados momentos compartir algo, creciendome mi interior una rareza única.

A Mel siempre le dió igual, y no la culpo, a mi también. Tengo la teoría que eso influyó en mi, porque muchas veces no supe cómo actuar frente a una mujer.

Por ejemplo, Lia.

Desde que llegó a nuestras vidas fue alguien demasiado sumisa. En cada petición y orden que le decía la acataba sin reproche. Ella fue quien me mostró el poder que puede tener alguien.

Mamá le tenía demasiado cariño a los hermanos Zakharov. Incluso Mel quedó encantada con Liam. Papá casi nunca estaba en casa, por lo que desconozco si les tuvo alguna pizca de amor así actuará correctamente con ellos.

En cambio, mi abuelo no los veía más que como simples lacayos, personas que entraron a nuestras vidas con una categoría inferior a la nuestra y que debían de ser tratados como tal.

El abuelo era quien nos colocaba nuestras actividades recreativas. A Liam y a mi nos tocaban las más aptas al ser los únicos niños en la casa. Esgrima, música, defensa personal, todo tipo de educación con destreza motriz.

Mel desde niña fue un alma libre, actividad que le dieran, actividad que cambiaba con Lia.

Si Mel debía tener clase de ballet, la cambiaba por matemáticas, si Mel tenía clases de gimnasia, la cambiaba por pintura. Eso afectó al carácter recesivo de Lia.

Liam, bueno, él obedecía al pie de la letra las indicaciones del abuelo. Casi nunca lo molestaba por eso. Pero sabía que odiaba estar rodeado de paredes parecidas a las de una jaula. Sentimiento que lo llevó a huir de la mansión Stepanov a los 18 años.

Al principio no me sentí mal por él, ya que nunca establecimos una relación de hermandad o por lo menos mostró interés en acercarse a mí, sin embargo, al ver la cara de preocupación de Mel y la tristeza de Lia pude entender ciertas cosas.

Las personas son aves de paso.

Sigo manteniendo en mi vida al mayor de los Zakharov, tal vez un poco igual que antes.

En cierta parte me causó cierto desagrado al ver cómo el único hermano de Lia la dejaba a su suerte, pero también lo entendía. Preferí no intervenir de manera tan directa, solo apoyar a Lia.

Nuestra relación se fortaleció cuando me encontraba a punto de iniciar la universidad.

Al principio no eran más que gestos inocentes como abrazos o mimos. Tengo que admitir que esa parte fue la más extraña, porque nunca recibí esa muestra de afecto tan personal.

Mentiras Piadosas [Sano Manjiro y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora