TRAITOR ━Ron Weasley [1]

07, el club de duelo

07, EL CLUB DE DUELO

El Lunes por la mañana, Aurora despertó con la terrible noticia de que Colin Creevey había sido petrificado. Aurora no era muy amiga de Colin, pero algunas veces se sentaban juntos en las clases, cuando Olive y Euphemia se sentaban juntas. Le gustaba jugar con la cámara de Colin, sin prestar atención a la clase.

Perdió el apetito durante toda la mañana, preocupando a sus amigas. Ellas también estaban desanimadas por Colin, pero el caso de Aurora era distinto. Aurora se sentía un poco culpable, dentro de todo, ya que Colin era una hijo de muggles, y ella los había despreciado por muchos años. No fué hasta que creció un poco y se dió cuenta de que aquellos ideales puristas eran absurdos, que cambió su pensamiento.

El ambiente se llenó de rumores y sospechas. Los compañeros de Aurora de primer curso se desplazaban por el castillo en grupos muy compactos, como si temieran que los atacaran si iban solos.

Ginny Weasley, que se sentaba junto a Colin en algunas clases, estaba consternada, pero a Aurora le parecía que Fred y George se equivocaban en la manera de animarla. Se turnaban para esconderse detrás de las estatuas, disfrazados con una piel, y asustarla cuando pasaba. Pero tuvieron que parar cuando Percy, su hermano mayor, se hartó y les dijo que iba a escribir a su madre para contarle que por su culpa Ginny tenía pesadillas.

Mientras tanto, a escondidas de los profesores, se desarrollaba en el colegio un mercado de talismanes, amuletos y otros chismes protectores. Neville Longbottom había comprado una gran cebolla verde, cuyo olor decían que alejaba el mal, un cristal púrpura acabado en punta y una cola podrida de tritón antes de que los demás chicos de Gryffindor le explicaran que él no corría peligro, porque tenía la sangre limpia y por tanto no era probable que lo atacaran.

—Fueron primero por Filch —dijo Neville, con el miedo escrito en su cara redonda—, y todo el mundo sabe que yo soy casi un squib.

Durante la segunda semana de diciembre, la profesora McGonagall pasó a recoger los nombres de los que se quedarían en el colegio en Navidades. Aurora había estado dudando en volver a su casa para las fiestas, dado el desagradable encuentro que tuvo con sus padres la última vez. Su hermano le había dicho que debía volver ya que se hacía la cena de Navidad de los sagrados veintiocho una vez más. Aurora no tenía mucho entusiasmo por asistir a esa cena, como en un pasado tal vez tuvo.

La verdad es que su pensamiento había cambiado bastante desde que comenzó Hogwarts. Los ideales puristas que su familia le había enseñado, ya no parecían tan normales y adecuados. Ademas, las costumbres familiares parecían demasiado anticuadas para su gusto, y agradecía haber podido abierto su mente y aprender a distinguir qué le parecía correcto y que no, en base a sus propias ideas y creencias.

—Podrías ir a casa —le dijo Euphemia—. Olive y su madre vendrán también. Será muy divertido.

—Gracias por la invitación, pero no creo que mis padres acepten —respondió Aurora.