TRAITOR ━Ron Weasley [1]

41, la primera prueba

39, LA PRIMERA PRUEBA

El Lunes Aurora no pudo evitar sonrojarse cada vez que se cruzaba a Ron o charlaba con él. Recordaba todo el tiempo sus manos entrelazadas y el apurado beso que le dió antes de ir a dormir.

—Mia —Aurora murmuró mientras Sirius explicaba el funcionamiento de la televisión muggle—. La primera prueba son dragones. Creo que deberías decírselo a Harry.

—Ya lo sabe —respondió Euphemia, frunciendo el ceño—. ¿Tú cómo sabes? ¿tiene que ver con que llegaras casi a las cuatro de la madrugada anoche?

—Bueno, mamá —dijo Aurora con ironía. Euphemia le dió una mirada de reproche—. Esta noche les contaré a todas juntas.

—Está bien. Pero estoy segura de que tiene que ver con Ron —aseguró Euphemia y Aurora alzó las cejas—. Olive nos contó que te invitó a dar un paseo y tú pareces tonta cada vez que lo ves.

—Señorita Potter, señorita Nott, ¿hay algo que quieran compartir con la clase?

Euphemia y Aurora se enderezaron en las sillas al escuchar que Sirius se dirigía a ellas. Ambas negaron con la cabeza repetidamente y Sirius las miró con una ceja alzada antes de continuar con la clase.

Desde la noche anterior Aurora no paraba de pensar en dos cosas: primero estaba Ron. Aurora repetía la noche cada vez que tenía un momento libre. Recordaba cómo Ron le había tomado la mano con tanta seguridad que volvía a ponerse nerviosa y sonreía como tonta. Luego estaban los nombres en el archivador de Filch. ¿Quienes eran Regulus y Lyra Black?. Eran sangre puras, claramente, pero Aurora conocía todas las familias de sangre pura y nunca había escuchado aquellos nombres. Había una persona que podía responder sus dudas, pero Aurora no estaba segura de que tengas ganas de compartir esa información con ella. Le había pregunta a Euphemia y Olive si los conocían, pero ambas negaron convencidas. Entonces Aurora supo que sería una tarea difícil.

—Hola, extraña.

Aurora se sobresaltó y levantó la cabeza para encontrarse con su hermano. Aurora había decidido sentarse al sol un rato, apoyada sobre la pared del castillo.

—No puedo creer que te encuentro sola —dijo Theo, sentándose a su lado.

—Tuviste la suerte —bromeó Aurora, cerrando el libro que leía anteriormente—. ¿Cómo va tu vida, entonces? ¿ya has llevado a Willa a una cita?

—Aún no —se encogió de hombros—. ¿Qué estás leyendo?

—Nada.

Aurora apretó el libro con fuerza y trató es esconderlo, pero Theodore se lo arrancó de las manos y soltó un jadeo al leer la tapa delantera:

—¿Qué haces leyendo esto? —preguntó con indignación, observando el libro como si fuera una criatura asquerosa—. Realmente, Rory, de todas las personas...