Aurora Nott rompe todas las reglas de los sangre pura al quedar en Gryffindor y ser amiga de traidores a la sangre y sangre sucias.
GOLDEN TRIO ERA
RON WEASLEY X OC
The Chamber of Secrets ------> The Goblet of Fire
Fecha de publicación: 28 de Agosto...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
10, ARAGOG
El recorrido por el castillo fue difícil, porque tenían que ir esquivando a los profesores. Harry y Ron le contaron a Aurora todo lo que había pasado: la voz que Harry escuchaba, lo ocurrido con el diario y lo que les dijo Hagrid, cuando lo visitaron en la cabaña y se lo llevaron a Azkaban. Al fin llegaron al vestíbulo, descorrieron el pasador de la puerta principal y se colaron por ella, intentando evitar que hiciera ruido, y salieron a los campos iluminados por la luz de la luna.
—Naturalmente —dijo Ron de pronto, mientras cruzaban a grandes zancadas el negro césped—, cuando lleguemos al bosque podría ser que no tuviéramos nada que seguir. A lo mejor las arañas no iban en aquella dirección. Parecía que sí, pero...
Su voz se fue apagando, pero conservaba un aire de esperanza. Llegaron a la cabaña de Hagrid, que parecía muy triste con sus ventanas tapadas. Cuando Harry abrió la puerta, Fang enloqueció de alegría al verlos. Temiendo que despertara a todo el castillo con sus potentes ladridos, se apresuraron a darle de comer caramelos de café con leche que había en una lata sobre la chimenea, de tal manera que consiguieron pegarle los dientes de arriba a los de abajo.
Harry dejó la capa sobre la mesa de Hagrid. No la necesitarían en el bosque completamente oscuro.
—Venga, Fang, vamos a dar una vuelta —le dijo Harry, dándole unas palmaditas en la pata, y Fang salió de la cabaña detrás de ellos, muy contento, fue corriendo hasta el bosque y levantó la pata al pie de un gran árbol. Aurora sacó la varita, murmuró: «¡Lumos!», y en su extremo apareció una lucecita diminuta, suficiente para permitirles buscar indicios de las arañas por el camino.
—Bien pensado —dijo Ron—. Yo haría lo mismo con la mía, pero ya sabes..., seguramente estallaría o algo parecido...
Harry copió la acción de Aurora, le puso una mano en el hombro y le señaló la hierba. Dos arañas solitarias huían de la luz de la varita para protegerse en la sombra de los árboles.
—Bien —suspiró Ron, como resignándose a lo peor—. Estoy dispuesto. Vamos.
De esta forma penetraron en el bosque, con Fang correteando a su lado, olfateando las hojas y las raíces de los árboles. A la luz de las varitas mágicas de Aurora y de Harry, siguieron la hilera ininterrumpida de arañas que circulaban por el camino. Caminaron unos veinte minutos, sin hablar, con el oído atento a otros ruidos que no fueran los de ramas al romperse o el susurro de las hojas. Más adelante, cuando el bosque se volvió tan espeso que ya no se veían las estrellas del cielo y la única luz provenía de las varitas, vieron que las arañas se salían del camino.
Aurora se detuvo y miró hacia donde se dirigían las arañas, pero, fuera del pequeño círculo de luz de la varita, todo era oscuridad impenetrable. Nunca se había internado tanto en el bosque.
Harry dio un salto hacia atrás y pisó el hocico de Fang.
—¿Qué les parece? —preguntó Harry, a quien Aurora sólo le veía los ojos, que reflejaban la luz de la varita mágica.