44, el baile de navidad

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44, EL BAILE DE NAVIDAD

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44, EL BAILE DE NAVIDAD

—No te creo.

—¿Qué?

—No te creo, Ron —repitió Aurora con enojo—. Si yo te gustara, no me hubieras ignorado.

Ron se quedó en silencio, con la mirada perdida. Entonces Aurora se fué.

A pesar del sinfín de deberes que les habían puesto a los de tercero para Navidad, a Aurora no le apetecía ponerse a trabajar al final del trimestre, y se pasó la primera semana de vacaciones disfrutando todo lo posible con sus compañeros. La torre de Gryffindor seguía casi tan llena como durante el trimestre, y parecía más pequeña, porque sus ocupantes armaban mucho más jaleo aquellos días. Fred y George habían cosechado un gran éxito con sus galletas de canarios, y durante los dos primeros días de vacaciones la gente iba dejando plumas por todas partes. No tuvo que pasar mucho tiempo, sin embargo, para que los de Gryffindor aprendieran a tratar con muchísima cautela cualquier cosa de comer que les ofrecieran los demás, por si había una galleta de canarios oculta, y George le confesó a Aurora que estaban desarrollando un nuevo invento. Aurora decidió no aceptar nunca de ellos ni una pipa de girasol.

El humor de Aurora no era muy bueno, cosa que llamaba la atención de los Gryffindor, quienes acostumbraban a ver a Aurora con una sonrisa todo el tiempo. Aurora sólo los ignoraba y seguía con sus cosas. A los que no pudo ignorar por completo fue a los gemelos Weasley, quienes la llenaban de chocolates y caramelos. Aurora los hacía comer con ella para comprobar que no tenían trucos.

—Podemos quebrarle una pierna —sugirió Fred, luego de que Aurora les contó que estaba obligada a ir al baile de navidad con Draco.

—Si, será un terrible accidente —agregó George.

—Me encantaría que hagan eso —Aurora rió—, pero no servirá de mucho. Mi padre encontrará un reemplazo, y no pueden quebrarle las piernas a todo Slytherin.

—¿Ah, no? —cuestionó Fred, alzando las cejas—. Dime que lo haga y mañana no habrá un solo Slytherin caminando en los pasillos.

Aurora negó con la cabeza sonriendo, mientras agarraba tres chocolatines y los repartía.

En aquel momento nevaba copiosamente en el castillo y sus alrededores. El carruaje de Beauxbatons, de color azul claro, parecía una calabaza enorme, helada y cubierta de escarcha, junto a la cabaña de Hagrid, que a su lado era como una casita de chocolate con azúcar glasé por encima, en tanto que el barco de Durmstrang tenía las portillas heladas y los mástiles cubiertos de escarcha. Abajo, en las cocinas, los elfos domésticos se superaban a sí mismos con guisos calientes y sabrosos, y postres muy ricos. La única que encontraba algo de lo cual quejarse era Fleur Delacour.

—Toda esta comida de «Hogwag» es demasiado pesada —la oyeron decir una noche en que salían tras ella del Gran Comedor—. ¡No voy a «podeg lusig» la túnica!

TRAITOR ━Ron Weasley [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora