33, el hurón

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33, EL HURÓN

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33, EL HURÓN

A la mañana siguiente la tormenta se había ido a otra parte, aunque el techo del Gran Comedor seguía teniendo un aspecto muy triste. Durante el desayuno, unas nubes enormes del color gris del peltre se arremolinaban sobre las cabezas de los alumnos, mientras Aurora, Ginny, Olive y Euphemia examinaban sus nuevos horarios. Unos asientos más allá, Fred, George y Lee Jordan discurrían métodos mágicos de envejecerse y engañar al juez para poder participar en el Torneo de los tres magos. Harry, Ron y Hermione llegaron unos segundos después y se sentaron junto a las cuatro amigas.

—Uf, tenemos un día muy cargado —comentó Ginny, pasando un dedo por su horario—. Es una lástima que no tomen adivinación con nosotras —le dijo, acercando su cabeza a Aurora para revisar su horario—, pero supongo que estudios muggles no está tan mal. Papá siempre dice que fué de sus mejores asignaturas, incluso sacó el T.I.M.O. y el E.X.T.A.S.I.S.

—Eso sería genial —dijo Aurora.

—Estás volviendo a comer, según veo —Aurora subió la vista y observó a Euphemia, mirando a Hermione y las generosas cantidades de mermelada que añadía a su tostada, encima de la mantequilla.

—He llegado a la conclusión de que hay mejores medios de hacer campaña por los derechos de los elfos —repuso Hermione con altivez.

—Sí... y además tenías hambre —comentó Euphemia, sonriendo.

Aurora alzó las cejas al ver que su amiga también se sonrojaba un poco y su sonrisa permaneció durante el resto del desayuno.

De repente oyeron sobre ellos un batir de alas, y un centenar de lechuzas entró volando a través de los ventanales abiertos. Llevaban el correo matutino. Las lechuzas volaron alrededor de las mesas, buscando a las personas a las que iban dirigidas las cartas y paquetes que transportaban.

Una vez que terminaron de desayunar, las cuatro amigas se despidieron de Harry, Ron y Hermione y se dirigieron a los terrenos del castillo para su nueva clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. Se encontraron con el resto de sus compañeros mientras bajaban la explanada hacia la cabaña de Hagrid, que se alzaba en el mismo borde del bosque prohibido.

Hagrid los estaba esperando parado fuera de la cabaña, sosteniendo con su mano el collar de Fang, su enorme perro jabalinero de color negro. Hagrid les sonrió y Euphemia se acercó a acariciar a Fang, quien pareció encantado con su presencia.

—¡Buenas! —saludó Hagrid a la clase—. ¿Están todos? ¿No falta nadie?... Bien, vamos.

Aquella clase la compartían con los Slytherin, aunque no eran tan idiotas como algunos otros. Todos siguieron a Hagrid con curiosidad, charlando animadamente. Aurora se acercó a Euphemia, que iba casi al lado de Hagrid.

—Tengo que hablar contigo —le murmuró para que sólo ella escuchara. Euphemia la miró con las cejas alzadas, sorprendida.

Hagrid los condujo por el límite de los árboles y cinco minutos después se hallaron ante un prado donde no había nada.

TRAITOR ━Ron Weasley [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora