diamante rojo

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Cómo siempre y con normalidad, los días iban pasando, eran más aburridos que emocionantes

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Cómo siempre y con normalidad, los días iban pasando, eran más aburridos que emocionantes. A Gloria sólo se le hacían divertidos cuando Leo iba a visitarla.

Pero aquel día era especial. Gloria estaba cumpliendo dieciocho años y su madre con mucho trabajo logró convencer a su esposo de hacerle una fiesta con sus amigos.

Ahí por supuesto estaba Mateo, quien iba cada vez mejor con Gloria. Sólo que la muchacha no quería dar el siguiente paso (ser novios) por el temor, por así decirlo, que le tenía a Leo. Porque extrañamente, cada vez que ellos estaban juntos, Mateo tenía cualquier tipo de malestar; le dolía su cabeza, su cuerpo, su estómago, los huesos, o sentía náuseas y/o mareos. Gloria sabía quien estaba detrás de esto, y no hacía falta obligarlo a hablar porque él se lo admitía de lo más normal, justificandose con un "sólo estaba jugando".

Pero no sabía que los ojos de Leo ya estaban bien puestos en ella, de verdad, él quería a Gloria sólo para él... ¿será eso algo de que preocuparse?

─Este... Gloria. ─le llamó su mamá. ─Te buscan mija.

Ella se quedó helada al ver quién estaba del otro lado de la puerta, mirándola con una sonrisa tranquila. Ya no traía puesto su traje de charro y tampoco venía en su caballo, sino en un auto clásico color negro, de los más recientes y lujosos. Se veía más como un muchacho normal, sin perder aquel toque de elegancia en su manera de vestir... Pero hubo algo que definitivamente no pudo ocultar, y eran sus ojos, esos ojos rubí permanecían ahí, sólo que menos encendidos.

─¿Que, no me vas a recibir?

─Ah... Sí sí, p-pa-pasale. ─miró a su mamá. ─Es uno de mis amigos... Se llama...

─Adán, un gusto, señora. ─estrecharon sus manos, luego le dió un beso en sus nudillos, justo como lo hacía con gloria. ─Ah, con razón Gloria es tan bonita, mire. Lo sacó de usted.

─Ay muchacho. ─teresa sonrió. ─Pues muchas gracias, bienvenido.

La mujer se fue de ahí, dejándolos a ellos dos solos, Gloria lo jaló de la mano y lo llevó afuera de la casa, tenía muchas preguntas. Muchísimas.

─Ay chula, te quedaste pero si bien pálida. ─él sonreía, como burlándose.

─Dios mío... ─susurró. ─¿Que estás haciendo aquí?

─Pues es tu cumpleaños, Gloria, sólo quería venir a verte.

─¿No pudimos vernos en otra ocasión? Mis amigos están aquí.

─¿Y eso a mí qué?

─¿Que van a decir cuándo te vean?

─Pues me veo normal, como de su edad.

─Por favor, por favor, te suplico que no hagas nada que pueda llegar a asustar a alguien.

─¿Yo? Nunca.

SECRETO DE AMOR, leo san juan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora