poesía muscular

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El corazón de Mateo latía a mil por minuto, sobre todo cuando la mano fría de Gloria lo agarró con algo de fuerzas

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El corazón de Mateo latía a mil por minuto, sobre todo cuando la mano fría de Gloria lo agarró con algo de fuerzas. No podía emitir palabra alguna, no cuando su amiga que "murió" hace tiempo se lo estaba llevando al baño para poder hablar más bien y aclararlo todo.

─Gloria pero… estoy soñando, lo sé. ─cerró sus ojos con fuerzas.

─Dejame explicarte todo.

─No… ¡No!... Es que esto no tiene explicación.

─Mateo soy yo. No morí. Bueno, sí morí pero…

─¿Resucitaste o qué?

─Me resucitaron.

─Dios mío no entiendo nada… ─miró a la chica, después emitió una pequeña risita. ─No, me estoy volviendo loco, lo sé. Hablando con Gloria ─hizo unas comillas con sus dedos. ─Que yo mismo ví como su cuerpo en el ataúd y como la sepultaban y le echaban tierra encima.

─Si tan sólo me dejaras explicarte.

─¿Explicar que? ¿la única explicación es que-

Su habladero ya la estaba desesperando. No pensó nada y dentro de unos segundos jaló a Mateo y lo besó en los labios.

─Mateo… soy yo, Gloria. ─dijo con voz suave.

─Glo-gloria pero… ¿Que pasó?

─Es que yo soy-

─Mi mujer.

Los dos voltearon a ver de quién se trataba aquella tercera voz ronca que habló a sus espaldas.

─Leo. ─dijo ella, evidentemente asustada.

─Vete a la… ─la voz de mateo también temblaba. ─Entonces… ¿No e-es una le-le-leyenda? ─miró a gloria. ─¿Gloria que diablos está pasando?

─Vamonos Gloria. ─él la jaló de la mano.

─Leo por favor… ─hablaba bajito.

─Te dije ─apretó más su mano. ─vámonos.

─Mateo yo te puedo explicar todo.

─¿Y sabes que es lo más chistoso? Que nadie te va a creer. ─leo se rió de mateo.

Mateo solo se quedó observándolo, muy asustado. ¿dónde estaban las personas que siempre aparecen de la nada? Parecía que sólo estaban ellos en la tienda.

La leyenda del Charro Negro quedó atrás hace muchos años, básicamente en el olvido y era tan sólo eso, una leyenda, que los abuelos le contaban a sus nietos.

Pero sentir su presencia rozarte el alma y tocándola hasta quemarla, era una sensación que a la vez se sentía tanto inquietante como vacía.

─Yo… creo recuerdo haberte visto antes.

SECRETO DE AMOR, leo san juan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora