un trago de tequila

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Ya habían pasado unos días, y ya estaban de regreso en la hacienda

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Ya habían pasado unos días, y ya estaban de regreso en la hacienda. Gloria sintió que se divirtió mucho, a pesar de que no fueron muchos días, le gustó haber salido con él.

─¿Te vas?

Le pregunta ella desde su cama.

Eran las siete de la mañana, Gloria apenas había abierto los ojos y de nuevo buscó a Leo en la cama pero no estaba, trató de despertar bien y lo vió frente al espejo abrochándose los botones de su camisa.

─Sí. ─se acercó a la cama. ─Te veo más tarde. ─le dió un beso en la frente. ─Te amo chiquita, descansa un rato más.

─Claro... ─responde desanimada, o tal vez aún seguía con sueño. ─Yo también te amo.

Entonces él salió de la habitación y cerró la puerta tras suyo, Gloria sólo pegó un suspiro y se volvió a acostar. No tardó mucho en volver a quedarse dormida.

( ❤️‍🔥 )

Eran las tres de la tarde y Leo aún no llegaba. Gloria ya había hecho varias cosas en la casa, como ayudar a hacer el almuerzo y hacer una limpieza de todo el cuarto, también salió a regar las plantas y a checar las rosas.

─¿ustedes me odian o por qué siempre me espinan? ─dijo mirando el rosal.

Ya iba a entrar de nuevo, aunque no tuviera otro lugar al que ir que no fuera su cuarto. Pero de nuevo estaba aquella habitación grande que tanto le llamaba la atención.

Pero Leo le tenía totalmente prohibido entrar ahí.

Y eso era lo que le daba más curiosidad, de saber que escondía ese cuarto todo descuidado, o porque era tan especial. No iba a quedar con la duda, ya la había tenido por mucho tiempo y creía que ya era el momento de quitársela.

Se fijó que Rossendo no anduviera por ahí, porque sabía que si estaba no le iba a permitir entrar. Pero por suerte no había nadie, y lo mejor era que el cuarto no tenía llave.

Entró y lo primero que notó es que estaba todo oscuro y un poco polvoso, prendió la luz y empezó a analizar el cuarto.

Para su sorpresa, eran las dichosas botellas en las que Leo guardaba sus almas.

Cada una tenía tallada el nombre de la persona a la cual le perteneció su alma, que ya era propiedad de Leo.

─¿Y esto? ─se acercó al lo que parecía ser un filtrador de agua, pero no sabía cómo llamarlo porque no filtraba agua, sino un alma más, que estaba cayendo gota por gota en la botella, de una manera lenta que hasta resultaba ser desesperantes. ─Ay Leo. ─suspiró. ─¿De quién será esta pobre alma?

Tomó la botella en sus manos, y casi se muere (de nuevo) al ver de quién se trataba.

─No... ─la volvió a poner en su lugar. ─No, no, no... tiene que ser una puta broma.

SECRETO DE AMOR, leo san juan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora