ángel

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Volvieron a atravesar el portal y estaban de nuevo en la hacienda

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Volvieron a atravesar el portal y estaban de nuevo en la hacienda. Era la segunda vez que Gloria la visitaba.

Leo pasaba ignorando a los sirvientes que tenía, pero Gloria los saluda y les sonreía. Ellos solo se podían preguntar ¿Que hace aquí y por qué se ve tan feliz? ¿a caso no sabe lo que le espera?

─¿A dónde vamos? ─pregunta ella.

─¿A dónde quieres ir?

─A dónde sea que tú me lleves está bien.

─pues lo que un ángel como tú se merece es el cielo, así que para allá te voy a llevar, mi reina.

gloria sintió cosquillas en su estómago. en sus piernas también. ─¿Tienes permitido entrar ahí?

─Pues... ─se quedó pensando. ─No pero por ti me arriesgo chula.

Ella sólo giró sus ojos, con una sonrisa divertida, siendo guiada por él hasta llegar a su cuarto. La última vez que estuvo ahí no entró a ninguno, así que le causaba emoción y curiosidad entrar ahí.

─Mi reina, póngase cómoda.

Abrió la puerta y entonces ella pudo apreciar el interior de la habitación de Leo. Era grande y amplia, era justo como ella creía que eran los cuartos de la gente rica. Todo bien adornado, con cuadros y detalles lujosos, un balcón con una perfecta vista que daba a ver toda la hacienda y en el centro una cama para más de una persona.

─¿Te gusta?

─Es muy grande. ─se puso a tocar los muebles y cosas así.

─Ay chiquita, yo te podría dar todo esto y más.

─Bueno, ¿Por ahora que me puedes dar? ─le pregunta de manera juguetona, quedando frente a él.

─Por ahora, el mejor rato de tu vida.

─¿Sí? Pues quiero verlo.

Ya no perdieron un segundo más, Leo se fue contra el cuerpo de Gloria y le apretó la cintura, besándola con desenfrenos, como si fuera la primera vez que lo hace. Ella sólo cerraba los ojos, perpleja, cuando él llevaba sus besos hasta su cuello, pero sólo se dejaba llevar mientras sentía la fricción recorrerle su espina dorsal.

Se separó de su labios, tan sólo para gemir al sentir que el apretaba sus senos con una mano (bueno no los apretaba con agresividad) y luego con sus dedos jugaba sus pezones. De un momento para otro, ya la había acostado en su cama, metiéndose en medio de su piernas, aún sin dejar que atender los pechos de Gloria.

Pasó la punta de su lengua por ahí, dando tan sólo pequeñas lamidas de gato que hacían que a Gloria se le volara la cabeza. Pero mejor dejó de hacer eso para dirigirse a la parte más emocionante, se bajó sus pantalones y también se encargó de quitarle a Gloria su vestido, mientras que ella lo despojaba de su camisa.

SECRETO DE AMOR, leo san juan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora