Capítulo 2

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Tal y como temía, tan pronto vieron el arma extra en Link la sorpresa y el silencio hicieron aparición. Afortunadamente la recuperación era rápida, afortunadamente, pero sabía que esto iba a pasar tan pronto entendió que su caballero iría con esa arma para todos lados en el cual pudiera ocurrir un combate. Lo cual era casi todo el tiempo. Si, había sido útil. Si, Link la había usado más de una vez. Si, Link también la había usado como cortador de verduras.

Y si, Link no tenía idea de que había hecho al aceptar esa arma. A menos que se estuviera haciendo el tonto, pero no creía que tuviera tanto talento como para fingir tal grado de ignorancia. Ya había llegado a mirar su ropa y sus pertenencias, incluso la había mirado a ella un par de veces, como si buscará lo que sea que estuviera ocasionando los segundos de pausa.

- ¿Puedo preguntar si ha habido complicaciones...? - Quizás era la primera pregunta directa, hecha a quién no entendía el verdadero significado.

Y lo decía así porque la respuesta de su caballero fue mostrar la cadena de pescado que había acumulado en la última hora mientras esperaban a Mipha, mojado hasta la cabeza y secándose con un paño. Feliz de la vida ese hombre pensando en comida, y eso que en el camino había pausado solo para asegurarse de que comiera algo, así tuviera que comer algo ella cuando en verdad no tenía hambre. Era un pozo sin fondo.

- Ahhh... si, ya veo... - Sintió pena por la señora.

No sabía en qué demonios estaba pensando Urbosa cuando hizo eso. No, en serio, ¿Link?, ¿por qué Link?

- ¡Zelda, Link! - Oh gracias a la diosa, por fin alguien con quien hablar y quien pudiera llevarla a ver a la bestia sagrada y... oh no, ¿también ella?, ¿no le habían dicho nada?

Quizás debería de sentirse afortunada de que Link no se tirara al agua con sus armas, aunque eso no valía de mucho cuando ya se estaba vistiendo como si nada del otro mundo hubiera pasado. Al menos cenarían algo diferente esta noche, suponía.

- Uh, que b-bonita arma... - Ay diosas...

- Un regalo de Urbosa. - Se metió antes de que las cosas se pusieran incómodas. Ya lo eran, no hacía falta empeorarlo. - Innecesario, pero ya sabes cómo es Urbosa. - Estaba segura de que hubiera hecho otra cosa si Link hubiera dicho que no.

¿Como había alguien tan ingenuo e ignorante a tales alturas de su vida?, Link, por supuesto, tenía que venir y romper el maldito récord.

- ¿Qué le puede ganar a la espada maestra?, nada, pero bueno, que se le hace. - Por si las dudas.

Si con eso Mipha no entendía que Link era un completo ignorante, pues lo inten-Olvidenlo.

- Link, trajimos cuchillos. - La quietud y el silencio decía mucho, el ambiente incómodo decía mucho más.

Nada de eso detenía a su caballero de limpiar el pescado con una espada gigante como si fuera algo de todos los días mientras felizmente producía el tono de una canción en el proceso y le daba miradas a Mipha y a ella como si esperara alguna conversación. ¿Y no era eso lo que usualmente pasaba cada vez que llegaban a algún lado con gente?

Tendría que esperar, Mipha parecía estar buscando algo lógico al que aferrarse.

- ¿Todo fue bien en el trayecto? - Ah, territorio común. Bien, bien...

- Nada que Link no pudiera encargarse. - Si había algo que tenía que darle a su padre, era el hecho de que había elegido al caballero más feroz en combate que tenían. Estaba segura que todo el punto es que tenía esa espada en particular y no otra razón.

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