Prologo.

494 45 18
                                    

  Los Angeles , 21:00 P.M

Yang Jeongin
No hay peor enemigo que tu propio reflejo, porque nadie te puede juzgar y criticar más que tu propia imagen, más que tú mismo.

Después de cinco años llevo el mismo color de ojos pero no el brillo que los caracterizaba; el mismo tono de pelo, la misma piel, ahora herido y el mismo corazón ya pisoteado. Lo único verdadero que aún persiste en mi persona son mis lagrimas, igual de frías y auténticas que hace años.

El labial, de un tono brillante y atrevido, lleva a cabo su cometido, ya que mis labios con ese tono adquieren rápidamente la vida que tanto les hace falta. El delineador negro intenso y en exceso deja en evidencia mis grandes y rasgados ojos y el rímel crea una ilusión de pestañas más abundantes y largas.

<<Cómo odio esta imagen>>, pienso. Miro a mi alrededor en busca de mi celular mientras veo como cada hombre en la habitación alista su vestuario. Todos nos conocemos entre nosotros, sabemos cuántos y que hombres se ha acostado el otro y nos miramos con una lastima dolorosa, diciéndonos que algún día todo acabará.

No intento dar lastima, porque fui yo quien decidió trabajar de esto, pero en un mundo donde la superficialidad predomina, ¿quien piensa en los sentimientos de un maldito chico compañía?

Aparto mis pensamientos cuando por fin miro mi teléfono. Esta será una noche larga como casi todas en las que he estado a merced de algún rico pervertido- Sí, hasta para venderte hay ciertas clases.

Aprieto el teléfono contra mi pecho y seguidamente marco el número de Taeyeon, la única persona que no me juzgó o, por lo menos, no a la cara. Le tengo un gran respeto y cariño desde entonces, ya que ella me ayuda mucho cuidando a mi hijo, Sunoo, desde hace mucho tiempo, aproximadamente 5 años.

-¿Bueno?- escucho la voz de mi viejita.

-Hola Taeyeon, soy yo Jeongin. Perdón por molestarte,¿Puedo hablar dos minutos con mi hijo?- pregunto cordial, la diferencia de edad me obliga a respetarla, aunque para ser sincero, desde hace bastante que la mujer intenta convencerme para que la trate como a una amiga. Y lo hago, pero con respeto.

-Ahora te lo paso cariño- escucho el ruido que hacen sus pasos desde el otro lado de la línea-. ¡Sunoo , es tu papá!- entonces sus cansados pasos se mezclan con otros muchos más ágiles. Ahí viene mi hijo.

-¡Papi!- el tono eufórico de su voz me hace sonreír al instante.

-¡Mi amor!- mis ojos se cristalizan, no hay día en el que no me imaginé cómo sería si el se enterase de mi verdadero trabajo-. ¿Cómo estás corazón? ¿Te estás portando bien?

-Si papi, Taeyeon me cocino milanesas con puré y ahora vamos a ver una película con un panda bebé- dice todo contento-. ¿Sabes? Me hubiese gustado que estuvieras aquí con nosotros- murmura ahora con voz apagada. Eso es lo que más me duele en el mundo.

-prometo que llegara el día en el cual nada ni nadie lograra alejarte de mis brazos.

-Bueno papi, ¿lo prometes?

-¡Lo juro!- afirmó nostálgico, es lo que más deseo, pero ni yo mismo se cuando llegara ese momento. Ojalá pronto, porque me estoy perdiendo momentos importantes de la vida de mi hijo, algo que nadie me podrá regresar.

MILLIONAIRE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora