6: Solo una puta.

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Yang Jeongin
Mientras que otro cuerpo desconocido poseía el mío, hiriéndome y girándome siempre en busca de su propio placer, mi mente como siempre abandonó mi cuerpo físico para explorar un futuro imaginable que tal vez algún día llegará.

Quizás había gente que, en su mente enferma, pensaba que mi trabajo me brindaba algún tipo de satisfacción, pero sin duda alguna no comprendían lo equivocados que estaban. Los hombres pagaban para satisfacer sus más oscuros deseos ocultos. Apenas cruzaba la puerta, ellos me empujaban sobre la cama, quitándome los jeans con ansias para penetrarme.

<< a quien le importa el daño físico que logra causar o las heridas y manchas que me quedan después de su partida?>> A nadie, porque en sus ojos, yo solamente era una puta, un juguete que estaba a sus antojos.

-¡Eso es,puta!- escuche salir de la boca del hombre que me estaba penetrando en ese momento.

Borre sus vibrantes palabras e ignore la situación como ya estaba acostumbrado a hacer, perdiéndome una vez más en los recuerdos. Para ser completamente sincero, no tenía muchos recuerdos que valieran la pena contar. Los típicos: navidades junto a la familia, noches de baile en el colegio, salidas con amigos, pero los únicos recuerdos importantes y hermosos eran sobre mi hijo, el día en que lo tuve entre mis brazos por primera vez. Un recuerdo valioso que no debía ser manchado y recortado en momentos como ese.

-¡Ah!- lo oí gemir mientras agarro mis pezones en sus manos con fuerza-. Me voy a sacar el condon.

-¡No!- lo mire con rabia, lo odiaba, a él y a los otros diez hombres con quien tuve que mantener relaciones en estos casi cuatro años.

-Heeseung me aseguro de que estás tomando las pastillas- frunció el ceño, listo para ignorar mi petición.

-Si las tomo o no, es cosa mía. Mi respuesta final fue es no- repliqué indignado.

El hombre no dijo nada más y siguió haciendo lo suyo hasta el momento en que sentí su miembro vibrar. ¿Como no iba a sentirlo si estaba más seco que una tierra sin lluvia durante un año? Acto seguido, me aparté de él, levantándome de la cama y vistiéndome.

Si, eso también era cosa mía. No permitía que nadie terminara dentro de mi, ya sea con o sin condon. Simplemente no quería sentir más asco y repulsión hacia mi mismo.

-Por todo el dinero que te pago, deberías satisfacer todos mis malditos deseos- hablo después de un rato-. Toma el dinero- extendió su mano con el sobre-, con esto te compré por completo, maldito- me agarró del brazo y me atrajo hacia el para lamerme la mejilla.

-Si hubieras sido un verdadero hombre, no habrías pagado para acostarte conmigo- me solté del agarre y tome el sobre de su mano.

-Pague para follarte, no para tus consejos. Limítate a tu deber, puta- sonrió, abusando del poder que creía tener.

-Adiós- intenté darme la vuelta, pero sus manos fuertes agarraron mi cintura girándome hacia el.

-Quiero verte la próxima semana.

-No se puede- repliqué, ni muerto iba a ser suyo una vez más.

-¿porque no puedes ser una puta normal y complacerme?- soltó una risa irónica-. Toda tu maldita vidas estarás a mi antojo, o bueno, hasta que esta cara y cuerpo hermoso te lo permita.

-Vine a dejarme follar, no a escuchar tus consejos- contesté, levantando la cabeza y mirándolo a los ojos hasta que me cacheteo girándome de este modo la mirada.

<<¡Infeliz!>>, susurré en mi interior, aguantándome las lágrimas y tragándome la humillación.

Eres una maldita puta y eso serás todo el resto de tu vida porque, ningún hombre en su sano juicio se metería con un puto como tú- espetó de manera odiosa.

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