2:Amanecer entre sus sabanas.

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Yang Jeongin.
De manera automática, tome la suave sábana blanca de terciopelo y cubrí mi cuerpo con ella. El aire fresco que entraba por la ventana abierta se mezclaba con el perfume masculino impregnado en la suave almohada, haciéndome suspirar profundamente. Sonreí sin darme cuenta y busqué la posición perfecta en la cama.

Cuanta comodidad...

Los rayos del sol se filtraban por el espacio entre las largas y elegantes cortinas de color champagne... ¡espera! No tengo ese tipo de cortinas en mi casa.

Abrí los ojos de golpe, aterrorizado y miré a mi alrededor, buscando una explicación lógica mientras sostenía la sábana sobre mi cuerpo desnudo. Me había quedado dormido. ¿Como pudo pasar algo así? ¡No,no,no! Negué en mi mente.

Como si estuviera participando en un maratón y mi vida dependiera de ello, me levanté de la cama y recogí mi ropa tirada en el suelo. Camine hacia el baño mientras murmuraba algunas maldiciones dirigidas a mi mismo y, principalmente, al esplendor del karma que me vigilaba con tanto cuidado e interés. Nótese la ironía.

-¡Mierda, mierda, mierda!- exclamé en cuanto agarre mi celular y la cruda resaca amorosa me golpeó. Eran las once de la mañana, por lo tanto, no la regué de manera mediocre. Deberían darme un puto premio por mi actuación. Sin darle más vueltas al asunto marque el número de Taeyeon, la única persona que podría ayudarme en ese preciso momento.

Tenía que haber llegado a casa para cumplir con la promesa que le hice a mi hijo de llevarlo al jardín. Era su último año ahí y la profesora nunca se quejó de él ni de mí, mucho menos de nuestra impuntualidad.

Me detuve en seco y me quedé al borde de la cama con la ropa entre mis brazos mientras marcaba el número de la niñera.

-¡Taeyeon!- suspire aliviado en cuanto escuché su voz al otro lado de la línea telefónica.

-¿te encuentras bien?- preguntó Taeyeon con un tono de intranquilidad exagerada-. Dijiste que llegarías a casa en un par de horas- añadió, regañándome.

-Lo siento, no se que pasó- esquivé-. Me quedé dormido- admití al final, mientras buscaba lentamente el bálsamo labial que normalmente llevaba siempre conmigo.

La reflexión de mi mismo en la ventana me dejó desconcertado por unos largos segundos. Por primera vez en mucho tiempo, mis ojos no estaban cansados, si no que tenían una mirada fresca que hacía brillar mis ojos verdes con fuerza. En cambio, mi cabello era una verdadera tormenta.

-Te pusieron algo en la bebida, niño- exclamó, y tuve que alejar un poco el teléfono de mi oreja.

-No, no, tranquila- intenté tranquilizarla-. Sabes que nunca tomo con ellos. Creo que solo fue el cansancio, ya que esta semana tuve que dividirme entre un par de cosas- le expliqué, ofreciéndome a mí mismo una posible explicación que de todos modos, era ilógica. No debía haberme quedado dormido con el-. ¿Y cómo está mi hijo?

-Muy bien. Le preparé el desayuno y lo llevé al jardín, aunque tengo que admitir que estaba decepcionado cuando le dije que aún no habías regresado.

-Gracias, Taeyeon , en serio muchas gracias- suspiré aliviado-. Voy a una entrevista de trabajo y luego iré a recoger a Sunoo. Nos vemos en la cena. Eres mi invitada- sonreí antes de cambiar mi expresión a una de molestia.

Taeyeon siguió contándome cómo había pasado la noche, asegurándome de que todo estuviera en orden con Sunoo, mientras me di la vuelta para entrar al baño con la intención de cambiarme de ropa lo más rápido posible y desaparecer de esa habitación.

Cuando abrí la puerta del baño, choque con el torso desnudo y cubierto de gotas de agua que se deslizaban por el abdomen del hombre con quien había pasado la noche.

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