11: ¿Aceptas?

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Yang Jeongin
¿En qué momento llegué a la cama de este hombre? Y cuando digo su cama, me refiero a su cama y no a una cama cualquiera de un hotel. Fue un pensamiento que logró erizarme la piel por completo durante esa noche.

Un sutil y frio viento que entró por la ventana entreabierta hizo que la pluma que había caído sobre la mesita de noche se moviera. La pluma era el único testigo de lo ocurrido.

Las sábanas aún llevaban su olor. Si me hubiera puesto a buscar con atención, seguramente habría encontrado una cabello suyo, una pestaña larga y ondulada, un pedazo de su ser perdido entre las sábanas de terciopelo blancas. ¿Porque debían ser precisamente de un blanco inmaculado?

-Jeongin- me sobresalté al escuchar mi nombre y al mismo tiempo con la caída de un cuerpo que se había tirado a mi lado en la cama.

Gire lentamente la cabeza y me encontré con esos intensos ojos azules de anoche que en ese preciso momento solo me estaban mirando a mi. Pude notar su torso desnudo, vestido con unas sutiles gotas de agua que se deslizaban lentamente por su rostro, cuello y pecho, para después desvanecerse sobre la sábana.

-¿Me estabas escuchando?- frunció el ceño y negué con la cabeza de manera inconsciente.

-¿Qué decías?- me gire con todo mi cuerpo hacia el, prestando toda mi atención. Y no, no lo hice por educación, si no porque quería verlo mejor. Necesitaba ver más de él.

-Vamos a comer y luego hablamos- objeto, y en ese momento fui yo quien frunció el ceño.

-Creo que te dejaré comer solo- repliqué y observé su rostro, que reflejaba un fuerte desacuerdo-. Tengo que ir a casa- añadí.

La realidad me estaba llamando. El sueño bonito había terminado, era hora de volver con los pies en la tierra y enfrentar a la fiera. Si, Heeseung era una bestia cuando se lo proponía.

-Te dije que necesito hablar contigo- insistió seriamente mientras se levantaba de la cama-. Cuanto más rápido te muevas, más rápido llegarás a casa.

-Te encanta hacerte el dictador, ¿verdad?

-Hay momentos en los que es mejor dejar el orgullo. Tienes que entender cuando una situación está a tu favor y cuando no, y si resulta ser el momento oportuno, solo te queda centrarte en el resultado final, ¿entiendes?

-No. Me has perdido- repliqué con ironía, sacándole una risa.

-Ven, levántate- tiró de la sábana que cubría de mi cuerpo y al siguiente segundo mi piel reclamó su falta de tacto.

-¡Ah, eres una bestia!- me quejé mientras lo miraba sosteniéndose en la pared sin la mínima intención o señal de querer dar su brazo a torcer-. Ya voy- rodé los ojos mientras me incorporaba.

No necesite mucho tiempo para darme cuenta de cómo mi cuerpo me estaba haciendo pagar la diversión de anoche. Por más que intente ignorar la pesada sensación en mis piernas, no conseguí ningún resultado positivo, ya que los ojos de Hyunjin ya habían intuido que algo no iba bien.

-¿Todo bien?- preguntó divertido.

-Perfecto- sonreí falsamente, tratando de ocultar la verdad.

Caminamos en silencio por el pasillo. Era la primera vez que el silencio me parecía perfecto y totalmente necesario, porque, siendo completamente honesto, con cada paso que daba, tenía que apretar los labios y contener la respiración en busco de un poco de alivio mental.

<<¡Mil demonios! Anoche no sentí ningún maldito dolor>>

Una vez dentro de la cocina, me quedé bloqueado, con la mirada fija en la mesa. Un desayuno de ensueño. Si, cualquier persona soñaría con eso, pero para mí era un tormento, porque en mi mundo eso nunca sucedía y lo peor que podría pasar era acostumbrarme a una vida así.

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