38.

1.4K 55 10
                                    

Era consciente del paso de los días, sus amigos habían vuelto a España, su familia poco a poco había reanudado sus actividades, solo Alex y ella parecían estar congelados en un instante, en un mismo sentimiento, el dolor.

Su mente la mantenía atrapada en una bruma de tristeza y de furia, estaba tan enojada con la vida por arrancarle de sus manos lo que más había amado, lo mejor de su existencia y no entendía el porqué de todo ese sufrimiento si ella siempre había hecho todo bien, era una buena hija, una buena hermana, una buena amiga, había decidido ser enfermera para ser un soporte de quienes la necesitaran y eso no había bastado.

No tenía fuerza ni para levantarse de la cama, su madre, su abuela y su hermana eran quienes lograban que comiera, que tomara algo tan simple como un baño, pero todo eso a ella le estaban resultando unos enormes esfuerzos, lo único en lo que pensaba era en dormir y soñar con su pequeño angelito, aún podía recordar su aroma, su cuerpecito entre sus brazos y la calidez que desprendía.

Sabía que día con día se transformaba en otra mujer, que Alex no merecía lo que ella estaba haciendo, pues el también estaba sufriendo, pero ella no podía controlar todas esas emociones y lo que hacían con ella, era por eso que se mantenía alejada de el, en esos momentos no era ella, necesitaba reponerse para volver a el, para tomar su mano y retomar su vida, necesitaba tomar sus pedazos y volverlos a unir para poder unir los de Alex.

El no tenía idea de lo bien que le hacían sus abrazos, en esos días llegaba a su cama cuando creía que ella ya dormía, sentir su cuerpo en su espalda era simplemente divino, escuchar sus palabras de amor en su oído le provocaban ganas de llorar, el era lo que mas amaba, aunque no se lo demostrara el era el pilar en el que se apoyaba, el tenerlo junto a ella era lo que la mantenía cuerda, su amor la mantenía con vida.

Aquella mañana despertó más tranquila, por primera vez en días sintió ganas de levantarse, ya no quería estar postrada en esa cama, no podía seguir manchando la memoria de su hijo de esa manera, James había sido un guerrero y ella no iba a ser menos.

Era cruel notar como había aumentado de peso con una rapidez asombrosa cuando estaba embarazada y de igual manera el peso obtenido tras su embarazo estaba desapareciendo tan rápido como llegó, la única señal de que hubo vida en ella era esa delgada cicatriz en la parte baja de su vientre, su cuerpo se recuperaba, pero su alma no lo haría nunca.

Al salir del baño buscó un vestido que llegaba hasta sus rodillas, pequeñas flores moradas resaltaban en la tela beige, las mangas cortas del vestido se ceñían bien a sus brazos al igual que ese escote, un poco de maquillaje y su cabello en una coleta alta la hacían ver de nuevo como una persona.

Claro que el dolor seguía ahí, pero ahora lo tomaría de la mano y lo enfrentaría de pie, bajó las escaleras y se sorprendió al no ver al ruso por ningún lado, en el jardín sus padres discutían acaloradamente, algo andaba muy mal y tenía miedo de averiguar el porqué.

-¿Todo está bien?- preguntó ella en tono tranquilo.

-¡Mi amor, te levantaste!- Julia se acercó y abrazó con cariño a su hija, estaba tan bonita como siempre, su rostro volvía a tener luz en el.

- Ya no podía seguir en esa cama...- admitió ella.

- Me alegra tanto verte así de bien...-

- No estoy bien mamá... pero me voy a esforzar por estarlo...-

- Así es mi amor, vive un día a la vez...-

- ¿Han visto a Alex? Necesito hablar con el, debemos volver a casa ya nos ausentamos mucho tiempo...-

La molestia en el rostro de Julia volvió a ser evidente, le dedicó una mirada significativa a su esposo y luego a su hija.- Que tu padre te explique lo que hizo.-

Conociendo a Alex.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora