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Emma había crecido entre dos culturas, ideas tan distintas que en ocasiones pudieron guiarla por caminos diferentes, sin embargo ella siempre había tomado lo mejor de ambas. Su familia mexicana le había enseñado su religión, en esta se hablaba de normas a seguir para poder vivir una vida plena y pacífica, la fe sería la llave para algún día trascender al cielo y vivir eternamente.

La familia de su padre le había enseñado a vivir la vida cuestionando todo, sin nunca perder su sentido común y a juzgar todo en base la lógica, a ser una persona honrada ,de valores fuertes y una moral incuestionable, y así había sido toda su vida.

Siempre se había guiado por ambas ideologías, era lógica pero también tenía fe, era justa pero también compasiva. Nunca le había hecho daño a nadie y sin embargo eso no había logrado prepararla para entender porque iba a caer esa tormenta sobre ella.

Habían pasado dos días luego del nacimiento de James y para consuelo de los Stanton Emma estaba fuera de peligro, había sido trasladada a una habitación normal y solo se esperaba su despertar para evaluarla nuevamente y decidir si enviarla a casa o esperar un poco más.

Sin embargo mientras ella se recuperaba favorablemente, James se deterioraba más con cada hora que pasaba. Alex se había convertido en una sombra sin vida, no había ni rastro del hombre imponente y belleza hipnótica del que se había enamorado Emma, había perdido por completo la luz. Era triste verlo custodiar al niño, como si su presencia pudiera ahuyentar a la muerte, la impotencia que sentía al ver como ese pequeño ser de luz se apagaba era como un puñal clavándose en su pecho y el saber que tarde o temprano tendría que decirle a Emma lo que ocurría lo dejaba sin voz, ya no sabía quien era.

Emma poco a poco fue recobrando la conciencia pues unas voces hablando su idioma llamaron su atención, al principio las escuchaba lejanas eso más las penumbras en las que estaba sumergida le hacían sentir que todo aquello era un sueño, pero un dolor agudo en su vientre le indicó que aquello era muy real, el dolor fue aumentando conforme ella retomaba la razón, las penumbras dieron paso a una luz blanca y cegadora.

Un par de mujeres hablaban entre ellas, había una vía intravenosa en su brazo y un monitor midiendo su estado cardiaco, definitivamente no estaba soñando la habían ingresado en un hospital, el terror aumentó al ver su vientre considerablemente más plano... ¿ Dónde estaba su hijo?

Emma trató de incorporarse y de nuevo el dolor apareció pero ni eso logró apaciguar las ganas que tenía de ver un rostro conocido, de poder ver a James, de saber que rayos estaba pasando.

La enfermera y la doctora al verla se acercaron rápidamente, Emma se asustó por sus movimientos y retrocedió en la cama, lo único que quería era salir de ese lugar y buscar a su novio, alguien que le dijera que estaba ocurriendo pues ella no debía estar ahí.

- Tranquila Emma, debes guardar reposo para que no se abra tu cicatriz...-

-¿Qué ocurrió...?- quiso saber ella desesperada aferrándose a los brazos de la doctora que trataba de recostarla nuevamente.

La mujer meditó muy bien las palabras que le diría a continuación a la muchacha, algo que tal vez no serviría de mucho pues no había manera de disfrazar la verdad solo podía retrasarla.- Ingresaste al hospital hace dos días, presentabas un caso muy severo de preclamsia y posterior eclamsia ,tuviste que ser intervenida de emergencia...-

La mente de Emma trató de remontar a su época de estudiante, de recordar todo lo que había leído sobre ese padecimiento y cuando entendió lo que había ocurrido supo que algo andaba muy mal.- ¿Mi hijo? ¿Qué pasó con mi bebé?-

-Tu hijo nació... más tarde vendrá una colega para darte más información. Por lo pronto debemos asegurarnos de que estés lista para ir a casa...-

Conociendo a Alex.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora