CAPITULO II. DESTINO ENCAMINADO. EL COMIENZO DEL FIN.

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Traümerei observó con curiosidad a la niña, Jahad la había dejado en una de las habitaciones de la nave y no le había quitado la vida como pensó que sucedería, sobre todo, le sorprendía la facilidad con que Jahad había lastimado a Arlene, en el pasado, él habría matado al que le hiciera un mínimo rasguño.

—¿Qué vas a hacer con ella? —cuestionó, aunque muchas cosas habían cambiado en él, algunas todavía eran visibles de vez en cuando.

—No lo sé, medito en ello. ¿Que piensas?

Si había algo que Traümerei aún apreciaba de Jahad, era que consideraba su opinión o bien, le contaba algunos de sus planes.

—Tenerla de rehén sería favorable, aunque su carácter es feroz y eventualmente será una molestia... No va a ceder a ti aunque la tortures, claro que, si solo quieres a una prisionera, simplemente puedes dejarla en una celda para pudrirse, otra de las opciones, es romper su psique... Puedo encargarme de ello si así lo quieres.

—¿Eso es lo que recomiendas?

—Cualquiera que sea tu decisión, estará bien para mí. Incluso, puedo quedarme con ella y hacerme cargo de su vigilancia para que no te cause molestias, tú decides si quieres que lo haga personalmente o doy la orden a alguien más para que lo haga.

—Deja de ser tan amable conmigo, recuerda lo que sucedió la última vez. —los ojos aguamarina de Traümerei brillaron de un verde luminoso, por supuesto que recordaba el incidente—. Agradezco tu ayuda, Traümerei, de aquí en más, me encargaré personalmente, pero te mantendré al tanto de mis decisiones.

Con un asentimiento, se dio por terminada la conversación. —La regular ya despertó.

Ambos se quedaron observando a la joven, quién sin importar su situación y la presencia de dos hombres poderosos, los miró sin un poco de miedo, y al contrario, parecía querer matarlos en ese instante si la posibilidad se presentaba.

—¿Qué es lo que quieres de mí, Jahad?

—¿Así es como te refieres a...?

—No, Traumerei. Es innecesario. —lo detuvo Jahad antes de dar un paso al frente—. Sé que no soy nada para ti, tu lealtad está con aquellos que pelean contra mí. No soy tu líder y tampoco tu rey, pero deberías comprender tu posición actual y actuar acorde.

—¡Jamás me humillaría ante ti y mucho menos accedería a que representaras algún tipo de liderazgo para mí! —ella se levantó y a pesar de estar de rodillas sobre la cama y con la ropa maltratada y ensangrentada por la sujeción de Jahad horas atrás, los encaró sin miedo.

—Sin duda es feroz. ¿Quieres que la someta por ti? —la joven se puso a la defensiva, si bien nada podría hacer contra el poder de Traümerei, ciertamente estaba dispuesta a morir en el intento.

—¿Cómo te llamas, hija de Arlene? Te llamaron de dos maneras, ¿Cuál de los dos es más correcto? —ella no respondió, sino que siguió con la guardia alta, mirando a Traümerei en un intento de deducir como él atacaría—. Traümerei, tranquilo, no hará nada que yo no quiera permitir.

El aludido dió un paso atrás y guardó silencio, pero todavía estaba un tanto curioso por la chica.

—¿Qué es lo que quieres de mí?

—Tu nombre.

—¿No lo escuchaste en los desesperados gritos de mis padres acaso? ¿Por qué me trajiste aquí? Si vas a matarme hazlo de una vez, porque no voy a suplicar por nada.

—Me alegra escucharlo, no tendré que lidiar con los lloriqueos de una niña. Eres una prisionera de guerra, ese es todo tu papel.

—¿Prisionera de guerra? —se mofó—. ¿Ahora vas a amenazar a mis padres a través de mi?

TOG: LA REINA DE JAHADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora