INTERLUDIO III. DESTINO INQUEBRANTABLE. UNA DESPEDIDA TEMPORAL.

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En una habitación totalmente adaptada para el ser más fuerte de la torre, el rey se encontraba meditando lo que debía hacer antes de que su esposa llegara, tenía mucho trabajo pero ella también era importante, especialmente porque tendría que ausentarse de nuevo. No quería hacer un balance de cuál debía elegir porque entonces se atrasaría con la revisión de los informes que tenía pendientes.

El rey sabía que Arlene acechaba en las sombras. A pesar de los milenios, ella no se rendía y probablemente no lo haría jamás, de hecho no esperaba que lo hiciera. Arlene quería quitarle a su esposa, pero ya había pasado tanto tiempo y jamás pudo lograr nada, que dudaba en algún momento pudieran lograr algún avance. Ya se encargaría personalmente de que esto siguiera así. Su hija, su noche, sería suya hasta el fin de los tiempos, aunque no por eso, dejaba de molestar la insistencia de ese despreciable matrimonio.

A veces, deseaba llamarlos, hacerlos escuchar a su hija a su lado, incluso por su mente, pasó la idea de encontrarse con ellos y comentarles que jamás pensó que terminarían siendo sus suegros. Eso sin duda pondría un fuerte remordimiento en ellos. Más del que ya le tenían y, sin importar cuánto lo odiaran los dos, jamás podrían quitarle lo que él les había quitado primero.

Sintió la presencia de Bam incluso antes de que ella lo alcanzara y fingió no notarla —¿En qué piensa, majestad? —Bam lo rodeó por la espalda, sus brazos cariñosamente enrollados en sus hombros, no alcanzando a rodearlo a pesar de tenerlos extendidos.

—Nada importante —respondió con gentileza, tomando sus manos y besando sus nudillos con cuidado—. Los últimos meses se han cargado de trabajo, parece que hay más rebeldes que antes.

—No me diga que no es nada, parecía molesto, no diría que fuera nada... —su esposa se sentó a un lado del escritorio mientras acariciaba su mejilla—. Vamos, tiene que descansar.

La amabilidad de Bam no tenía rival, ni siquiera su madre había sido así, y separada de los conflictos, nada la había hecho cambiar esa actitud. Se preguntaba que pasaría si ella hubiera escalado la torre, sin duda se habrían encontrado ya, e indudablemente, la habría matado por interponerse en su camino.

—No lo necesito. —la llamó y Bam fue obedientemente a él, la puso sobre sus piernas y ella se recostó en su pecho. Le agradaba sentirla en sus brazos, la confianza y el amor ciego que le tenía le agradaba por toda la torre.

—Jahad... —advirtió—. No seas necio. No eres totalmente inmune al cansancio —levantó la cabeza y lo miró intentando persuadirlo para ir a descansar.

—Bam... —desde hacía años atrás, Bam aprendió a identificar ciertos gestos, sabiendo qué diría, su mirada se entristeció—. Sí, es hora de nuevo.

—¿Cuánto tiempo? —se abrazó a su cuello y enterró su rostro en su pecho, Jahad acaricio su cabello, sabía que estaba llorando.

—Un par de años. —ese par de años, se convertían en décadas o siglos. Bam decaía mucho en ese tiempo y a su regreso, difícilmente se separaba de su lado. Tenía una dependencia emocional tan grande, que lo visitaba día a día hasta que despertaba.

—Por eso estabas tan cerrado y ausente... —a esas alturas, ambos se conocían perfectamente, cada mínimo gesto podía ser descifrado por el otro sin muchos problemas, o al menos eso creía Bam, ella, no conocía el otro rostro de su esposo— ¿Puedes postergarlo? —negó. Bam volvió a la posición anterior.

—¿Me vas a extrañar? —levantó su rostro y besó sus labios. Lágrimas bajaban por sus mejillas y Jahad los secó, amándolos como siempre. Esas lágrimas, ese dolor, eran solo y exclusivamente para él.

—Con la vida —y Bam correspondió mientras presionaba sus mejillas con las manos, Jahad los encontró muy suaves y tras besarla a ella, besó sus manos y finalmente su frente.

El rey dormía cada cierto tiempo, entonces, su esposa se quedaba bajo la protección de las princesas y alguno de los tres señores, encerrada en el gran palacio, dónde visitaba a su esposo mientras dormía.

La primera vez que Jahad había tenido que ausentarse, regresó después de una sola década, Bam lo visitaba todos los días y le lloraba como si estuviera muerto. Jahad podía escucharla perfectamente, pero debía enseñarle a estar sin él por periodos más largos, no obstante, el dolor y la insistencia de Bam en llamarlo fue tal, que renunció a su descanso en solo diez años.

La autocorrección después de eso, fue tal, que su siguiente letargo, fue de siglo y medio para compensar lo perdido antes. No obstante, sucedió lo último que pudo imaginar.

En su previsión del destino, no vio nada que alterara el equilibrio de la torre, pero, mientras dormía, un ente llegó al palacio y exterminó a todo ser vivo dentro. A todos, menos a Bam.

Por alguna razón, Bam no fue consciente de la masacre, pues después de matar a todos, Phantaminiun, cómo fue llamado despues aquel ser, exploró los confines del palacio, y encontró a Bam durmiendo a su lado, esperando pacientemente su despertar. Les perdonó la vida a ambos, y cuando Bam fue consciente de su presencia, solo pensó que se trataba de algún alto supremo entre los sirvientes.

Habló con él por varios días, y lo atendió como a un distinguido invitado. Cuando Phantaminiun se fue, la dejó inmersa en un letargo similar al del rey, quien volvió al tiempo previsto, descubriendo que su esposa estaba en el mismo estado, pero fue solo un par de días más tarde, que Bam volvió en sí.

A pesar de lo extraño del suceso, no pareció haber un cambio en ella, así que Jahad dejó de examinar su estado físico tras varias semanas. Decidiendo entonces, que Bam no podía ni debía interferir en su descanso, que lo hubiera hecho la primera vez, fue un desliz que el rey no se permitió de nuevo. Ella se sentía sola esos días, pero había llegado a un punto de comprensión gracias a la conversación con Phantaminiun, algo que Jahad no entendió, finalmente, a él no debía importarle tal cosa, aún así, Bam ya no se oponía, lo visitaba, le contaba el día y le daba un beso antes de retirarse.

—Te esperaré como siempre, mi rey.



El día que el rey se sumió en ese sueño que inicialmente aterraba a la reina, ella se juró a si misma y a su esposo, que resistiría a la soledad, solamente lo visitaría cuando él volviera a despertar. Esperaba que eso enorgulleciera al rey y que al volver, le dijera cuan grato había sido su obediencia, fidelidad y espera.

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No pasaron tantos años, antes de que, como la reina había dicho, Khun fuera elegido para ascender la torre, pero solo fue el inicio de una pesadilla que más tarde se convertiría en su mayor aventura.




















































































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1144 palabras.
Viernes (13/10/23).
Viernes trece ¿eh? Mala suerte... Buuu👻
10:50pm.
Atentamente: D.
Extracción: Jueves 11 de Abril 2024.

TOG: LA REINA DE JAHADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora