CAPÍTULO III. DESTINO REESCRITO. UN NUEVO DESPERTAR, UNA PROPUESTA.

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Un buen día, una década después, Jahad sintió el shinsu cambiar en su entorno. Se levantó de inmediato y caminó tranquilamente hacia la habitación que resguardaba a su futura esposa. Al abrir, encontró a la joven de espaldas a él, miraba por el gran balcón de cristal y admiraba la belleza de los detalles que había más allá de aquella separación casi invisible.

Parecía sorprendida, admirada y desconcertada por todo lo que le era desconocido. No solo había perdido sus memorias del tiempo con sus padres, no, Jahad no había sido selectivo al quitarle sus recuerdos, sino que había vaciado totalmente su mente, dejando un espacio en blanco sobre el que podría trazar las pinceladas que deseara con los colores que anhelara.

Con la vista todavía pegada al nuevo entorno, Jahad se permitió guardar silencio para simplemente observar cómo ella lo hacía, pero él no miraba al exterior, sino a Bam.

Su cabello había crecido todavía más, parecía haberse vuelto un poco más alta, nada muy notable, pero la diferencia estaba ahí, toda ella parecía ciertamente delicada en extremo, la falta de contacto con superficies, trabajo o entrenamiento, habían hecho de ella un trozo de frágil cristal.

—Despertaste.

La joven giró con rapidez y sorpresa, había estado demasiado ensimismada con su magnífico descubrimiento del exterior que no se preocupó por ver o sentir que había algo o alguien cerca.

Lo miró, solo eso, una mezcla de admiración, curiosidad y temor perfectamente plasmados en su mirada, parecía que, era tan pésima mintiendo como su padre. No había dicho nada, no había gritado siquiera, solo emitió un jadeo de sorpresa, naturalmente, no podría hablar porque no estaba familiarizada con ello. Sería un largo trabajo por hacer.

—Bam... —la llamó, ella no respondió, de nuevo—. Ese será tu nombre. De todas formas, ese fue el nombre cariñoso que te dio tu madre, y, me gusta también.

Definitivamente Bam no entendió y Jahad sabía que era innecesario explicarle de cualquier manera. Ella era como una bebé grande, no sabía hablar, no sabía absolutamente nada, pero su mente estaba lo suficientemente desarrollado para aprender a una velocidad mucho más alta que la de un niño, Jahad confiaba que bastarían otro par de años para que volviera a ser la misma de antes, si se podía decir de esa manera, porque definitivamente no tendría los mismos pensamientos errantes que antes tenía por la lealtad a FUG y sus padres.

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Tras el segundo año, Bam tenía un gran avance en su aprendizaje, su poder crecía de nuevo y a menudo practicaba lo poco que aprendía de shinsu por su cuenta a través de la meditación solitaria cuando Jahad no estaba presente.

Cuando ingresó a la habitación, vio a Bam sentada sobre la alfombra que estaba más al rincón. Su obsesión por meterse en lugares pequeños como un ratón debía ser instintivo, porque ahí estaba de nuevo.

Su cabello estaba suelto, demasiado esponjado para poder pasar un cepillo entre las hebras. Era tan largo que se acumulaba detrás de ella por estar sentada, un castaño más oscuro que el de... Como quiera que fuera, Jahad pensó que debía dar instrucciones al respecto.

La ropa que había elegido Bam no le gustaba, era azul, y le recordaba al insoportable Edhan, sus accesorios consistían apenas de un par de pequeños pendientes dorados y una cadena fina alrededor de su cuello cuyo colgante brillaba a pesar de la falta de luz.

—Veo que estás meditando de nuevo, parece que disfrutas mucho eso... ¿Repasaste tu lectura? —Bam abrió los ojos, se puso de pie de la alfombra dónde estaba y corrió a él antes de hacer una reverencia de respeto. Jahad también hizo una muy leve inclinación en aceptación de su saludo.

TOG: LA REINA DE JAHADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora