CAPÍTULO V. DESTINO PAUSADO. EL DOLOR DE UNA REINA.

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La noticia de la existencia de una reina se hizo público tras el primer aniversario de la boda y todos cuestionaron quién era esa mujer que había atrapado el corazón del rey, más se guardó con sello la apariencia de la misma, como era de esperar, solo los asistentes a la boda la conocieron, de ahí, nadie más fue digno de mirarla, al igual que el rey, permanecía oculta de ojos curiosos e indiscretos, resguardada en el palacio por el mismo rey.

Historias y leyendas corrieron desde entonces acerca de la reina de Jahad.

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Los primeros días del matrimonio, fueron bastante peculiares para Bam. Su vida había dado un giro grande después de haberse casado con el rey, iniciando desde su habitación. Ahora dormía con su esposo, su ropa había sido movido en su ausencia y mucha de ella se había ido a la basura porque Jahad mandó a hacer más cosas. Su joyería cambió también, pero lo más notable fue, que desde su boda en más, la intimidad con el rey, fue más profunda.

Bam adivinaba que eso sucedería, había intentado aprender todo lo posible a través de la lectura, pero nada se comparaba con la realidad, especialmente la vida marital.

Jahad le daba obsequios cada aniversario, se dirigía a ella con más cariño y amabilidad, a menudo hablaban acerca de lo que sucedía en el exterior, y Bam era la responsable de calmar el airado corazón del rey cuando había disturbios.

Bam terminó acostumbrada en meses acerca de sus responsabilidades, y sin contar el tiempo, pronto esos días, se convirtieron en largos años. Siempre atenta, siempre obediente, siempre oculta.

Sus rutinas se vieron alterados cuando Jahad comenzó a enseñarle algunas cosas para la administración. Fueron cosas pequeñas, el rey decía que no debía mezclarse todavía y que no precisaba de su ayuda, aún así, la aceptó a su lado para organizar documentos y libros que repentinamente estaban fuera de lugar.

La convivencia entre ambos, fue amena, para Jahad, Bam era todo lo que sus padres debieron ser cuando se coronó y, aunque Arlene lamentablemente no estaba a su lado, esa seguía siendo la manera más perfecta de desquitar su enojo con ellos.

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Desde el inicio de su matrimonio, Jahad no pudo decir que se sentía demasiado atraído por Bam. Era un hombre como cualquier otro, exceptuando su gran poder, pero no era inmune a los placeres carnales y, a pesar de sus encuentros con su esposa, no se sentía precisamente entusiasmado para ello, así que comenzó a dar obsequios a Bam solo para compensar su cariño, devoción y obediencia.

Bam era sumisa, aunque tenía ocasiones de ideas y opiniones propias que lo contradecían, la última palabra la tendría siempre y absolutamente él, Bam entonces no tendría mucho más que aceptar.

La invasión en su espacio personal fue inicialmente tedioso de tratar. Era un hombre solitario y por encima de lo que cualquier otro podría entender, haberse casado fue algo que no tenía contemplado el día que fue para matar al hijo de Arlene enfrente suyo y de V.

El plan era matar al muchacho de la manera más sangrienta posible y después burlarse de ellos, pero encontrar a una joven y no a un varón como creyó, solo elevó sus deseos por cobrar venganza de una manera que los hiciera sufrir todavía más que la muerte de un descendiente.

Eventualmente, Jahad tomó costumbre a la presencia de Bam.

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Jahad observó con atención a su esposa, ese día parecía más pálida de lo usal. A diferencia de otros días en que no la ocupaba en algo, había ignorado el jardín que con tanto esmero cuidaba y estuvo encerrada en su habitación desde temprano, parecía estar cansada aunque se había levantado más tarde que él.

TOG: LA REINA DE JAHADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora