CAPITULO 35

126 14 4
                                    


Sentí como todas las miradas se enfocaban en mí, enseguida apreté la quijada, mantuve la respiración y abrí los ojos. La comida la cual estaba deliciosa pero estaba excesivamente llena, me venía de regreso... ¿y ahora.... Que seguía? Era lo único que me preguntaba en ese momento ¿me vendería acaso ya?


-No vomites, no vomites- repetía en mi mente una y otra vez, estaba sentada entre una bola de hombres asquerosos que estaban metidos en tráfico de blancas, me repugnaba el tan solo verlos, prefería mil veces estar muerta. Sería una lástima que mañana amaneciera muerta, la loca idea de suicidarme me paso por la mente ¡NO! ¡LOUIS! ¡PETER! Tenía que seguir por ellos.


-¿y bien?- hablo por fin un hombre sentado a dos sillas a mi derecha -¿Cuánto es su precio? – le pregunto a Max y ahora las miradas se enfocaban en él.


Trague saliva al escuchar "precio" ¿Qué tan poco valgo para Max? Volteo a verme y me dedico una sonrisa, junto sus manos y las puso sobre la mesa-


-Bien aún no sé cuánto vale esta monada – los hombres le pusieron mala cara y algunos se voltearon a ver entre ellos.


-Te doy lo que quieras – hablo uno de ellos con una sonrisa


-Yo lo triple de lo que pidas – hablo el que estaba a mi izquierda, todos estaban en silencio, sentí como la mano de ese asqueroso hombre me subía por la pierna, rápido me hice a un lado, que asco me daba, sentía que en cualquier momento vomitaría.


-Bien señores – llamo Max su atención – eso ya lo veremos en la siguiente cena que será.... La próxima semana- murmullos llenaron la sala pero Max los ignoro – los encamino – y así finalizo la cena.

Todos y cada uno de esos tipos pasaron atrás de mí  solo con al afán de tocarme, pasaban sus sucias manos por mi cabello, o por mis hombros, algunos se acercaron a mí para decirme que nos veríamos pronto. Me limite a tensar el cuerpo y a apretar los puños a mis costados. El último en pasar fue Max quien me dio unas palmaditas, felicitándome como si hubiera hecho algo bien.


Salieron todos de la sala y Becky entro, la respiración que tenía contenida salió, mi cuerpo se relajó y sentí tranquilidad.


-Muy bien hecho mi niña – dijo mientras se acercaba a mí- hiciste lo mejor, te controlaste- me dedico una sonrisa de admiración. – sé que no fue fácil. Apreté los labios y la tensión que tenía acumulada salió en forma de lágrimas, puse los brazos en la mesa y recargue en ellos la cabeza, dejando que las lágrimas fluyeran sin parar – Todo estará bien  - me tranquilizaba Becky


-Dios Becky – levante la cabeza y me limpie las lágrimas – quiero salir de aquí – sin dudarlo abrace a Becky y ella me correspondió el abrazo - ¿Cuánto valgo? ¿Cuánto maldito dinero valgo?

-si pudiera ayudarte, lo haría cariño y lo sabes – y yo o sabia, entendía en que posición se encontraba la pobre. No podía arriesgarse.- Mi niña tu no vales ni todo el dinero del mundo, una niña como tu no tiene precio


-Está bien, con estar conmigo me ayudas demasiado, si no ya me hubiera vuelto loca aquí, sola con ese hombre- en mi voz se escuchaba el rencor y odio hacia él

HELP MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora