🎐Querias Matarme🥏

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Las últimas dudas persistentes de Alya sobre su naturaleza omega desaparecieron durante la noche.
El sueño no quería aparecer. En cambio, se encontró dando vueltas mientras unas excitantes imágenes aparecían en su mente sin parar, una tras otra. Una enorme polla y cadenas oxidadas. Dedos largos y una boca exigente. Las fantasías de estar llena hasta reventar mientras un alfa con cabello oscuro y ojos negros como el carbón la penetraban.

Alya se había despertado con las sábanas empapadas con su humedad.
Al menos ella se había despertado sola. Eso significaba que el alfa todavía estaba encadenado fuera.

El alfa.

Alya sintió otra punzada de vergüenza al darse cuenta de que se había comido la comida del hombre y dormido en su cama, pero ni siquiera había tenido la cortesía de preguntarle su nombre. Se sentía como Ricitos de Oro... excepto que nunca se había dado cuenta de lo idiota que era la heroína del libro de cuentos hasta ahora.
Alya salió de la cama y fue de puntillas hacia la ventana, mirando hacia un mar verde. ¿Cómo nunca había notado cuántos tonos de verde había antes?

Tenía que haber miles, desde la sombra más pálida de una oruga en el alféizar de la ventana hasta el rico verde terroso del musgo en la chimenea de piedra. Entre las copas de los árboles, podía ver pequeñas franjas de cielo en colores pastel, hermosos rosas y amarillos y naranjas anunciando el amanecer que acababa de comenzar a salir.
Al menos tenías algunas cosas buenas esto de ser omega.
Los colores eran simplemente más coloridos que antes.
El alfa ya estaba levantado, apoyado contra el árbol, con la cabeza echada hacia atrás y el puño moviéndose furiosamente. Una nueva ola de humedad corría por las piernas de Alya cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo.

Querido Dios, el hombre era insaciable.
Su rostro se llenó de calor, pero no se apartó. No podía.
En cambio, se quedó tan quieta como pudo, contemplando a la magnífica criatura que se encontraba fuera complaciéndose.
Alya estaba fascinado por la forma en que sus músculos se destacaban en sus brazos, hombros y cuello mientras trabajaba su largo eje.

No. No 'fascinada'. Llámalo como es, se ordenó a sí misma. Desesperada. Casi ardiendo de lujuria.

¿Cómo sería ser tocado por manos tan grandes, tan ásperas?

¿Cómo se seria tener esa enorme polla hinchándose dentro de ella?

Una parte de Alya estaba intrigada por el pensamiento, mientras que otra retrocedía aterrorizada. Esas manos estaban hechas para tomar vidas y exigir represalias, no para dar placer. Esa polla no era más que un hacha, capaz de romperla por la mitad como el tronco en el que había estado sentada la noche anterior.
Entonces, ¿por qué seguía de pie aquí con las manos temblorosas y el corazón acelerado en lugar de correr de regreso a la cama y esconderse debajo de las sábanas? Alya era prisionera de su naturaleza, traicionada por su cuerpo.
Eso era lo que más la asustaba: la idea de que su mente se volviera traidora.

De perder interés en cada parte de su vida que no fuera el sexo. De convertirse en un robot sin sentido capaz de ser follado.
Alya quería mucho más de la vida que un grupo de niños en una cabaña de una habitación. Tener sexo con el alfa de fuera no iba a ayudarla exactamente a evitar ese destino.
Pero no importa cuánto lo intentara, no podía apartar la vista de la escena exterior.

Unos cuantos golpes más y el alfa retrocedió y rugió, cada músculo de su cuerpo se tensó cuando los chorros de semen salieron disparados de su polla y rociaron el suelo.
Alya se mordió el labio, sus dedos agarraron la cortina. El calor se extendió por la parte inferior de su vientre y muslos cuando su respiración finalmente se ralentizó. Ella observó cómo la tensión se aliviaba de su cuerpo.
Alya estaba tan paralizada que olvidó salir de su vista cuando se limpió la mano en los pantalones y miró directamente hacia la ventana.

💧Mars🔥 "Finalizada"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora