Alya no sabía cuánto tiempo más podría aguantar tumbada en el suelo. Sabía por qué Mars la había empujado allí. Necesitaba quedarse callada y aun así mantenerse con vida.
Pero se había ido tanto tiempo. Y hubo un disparo.
Alya no pudo evitar que su cerebro girara, imaginando lo que podría estar sucediendo allí.¿Habrían disparado a Maddox? ¿Estaba sangrando? ¿Los narcos ya estaban cavando su tumba poco profunda? ¿Volverían a por ella?
El chasquido de una ramita cerca de la esquina de la cabaña la dejó sin aliento. Su sangre se congeló y, a pesar de intentarlo, no pudo evitar que sus manos temblaran. Sus dedos extendidos temblaban en la tierra seca frente a su cara.
Deseaba llevar un arma: una pistola, un cuchillo, cualquier cosa. Así cuando la sacaran, ella tendría algo más para golpearlos que los puños. Solo para que ella pudiera pelear.
Su corazón latía con fuerza mientras se acercaban los pesados pasos. Pero en el momento en que el par de botas de cuero marrón recién limpiadas y familiares aparecieron a la vista, ella suspiró aliviada.
—Mars —Su nombre se derramó de sus labios como una oración, agradecida y alabando.
—Puedes salir —dijo, cayendo de rodillas y ofreciéndole su mano. Ella la agarró como un salvavidas, y él la sacó de debajo del espacio de acceso. Sintió que se le levantaban los pies y lo abrazó.
Su cuerpo se sentía cálido y duro como siempre, pero también húmedo y pegajoso. Alya dio un paso atrás y miró las gruesas manchas rojas en su ropa, luego volvió a mirar a Mars con horror.
Su rostro, sus manos, su ropa, todas estaban empapadas de sangre. Más sangre que cualquiera, beta o alfa, pudiera perder. Alya sintió que su corazón saltaba de miedo.
—¿Estás herido? ¿Te dispararon? Estás…
—Estoy bien —le aseguró Mars.
—Pero escuché un disparo.
—Se perdió —dijo Mars sombríamente —. Fue el último error que cometió.
—Entonces, está... —Alya no sabía por qué, pero no podía decir la palabra. A pesar de que el hombre había tratado de matarla, aunque no lo hubiera pensado dos veces antes de derramar su sangre, ella todavía no podía encontrar alegría en su muerte.
Había visto más sangre y muerte en las últimas dos semanas de las que podía soportar. No había nada más que pena en su corazón por toda la carnicería.
—Había dos hombres esta vez —le dijo Mars—. Uno a pie y otro con un vehículo todo terreno. Los alcancé a una milla del bosque.
Alya no necesitaba más explicaciones. El hecho de que Mars estuviera vivo y de pie frente a ella y que estuviera cubierto con la sangre de otro hombre, le dijo todo lo que necesitaba saber.
Esos hombres habían muerto. Ella y Mars vivirían.Por ahora.
Mars debió haber sentido lo insegura que se sentía porque la rodeó por la cintura con el brazo para sostenerla mientras la alejaba de la casa... hacia la vieja camioneta al costado del claro.
—¿A dónde vamos? —preguntó—. A lo de Evander.
¿Ese bar del que habló ayer? ¿Mars finalmente había vuelto en sí y se había dado cuenta de que necesitaban involucrar a lo policía beta? ¿Que nada de esto terminaría hasta que se hiciera justicia, verdadera justicia?
—¿No quieres lavarte la sangre? —preguntó.
Mars sacudió la cabeza. La energía enojada que fluía de él era concentrada e intensa. Su mente estaba fija.
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💧Mars🔥 "Finalizada"
Kurt AdamCazada y destrozada, su única esperanza de supervivencia reside en los brazos de un Alfa salvaje que no tiene piedad. Ninguna mujer viaja voluntariamente a los Bosques de las Montañas. Es donde están: los Alfas. Se mantienen solos en el desierto...