ANCLA | Millones de veces me repetí que estaría sola, condenada a cuidar a mi padre y a mis hermanos
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Nadie dijo que una ojos verdes y mi conexión, me darian la libertad para poder decidir
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☘ Los perros sólo ladran a quienes no conocen.
—Heráclito de Éfeso.
DAISY ALEXANDRA BROWN ERA APENAS UNA NIÑA CUANDO DESCUBRIÓ QUE TENÍA HABILIDADES ESPECIALES. Sus padres eran amigos de Reginald Hargreeves y acudieron a él para que su hija recibiera la mejor de las atenciones sobre el control de sus poderes y su desarrollo como persona.
Creció con los siete niños milagrosos, pero jamás la consideraron una Hargreeves. Pronto sus padres dejaron de verla y el señor Hargreeves se hizo cargo de ella. Hasta que el accidente sucedió.
A Daisy le encantaban las fresas, jugar bajo la lluvia y molestar al que creía que iba a ser el amor de su vida; Número Cinco. Ellos dos eran inseparables. Hacían todo juntos y se contaban los secretos. Actuaban como dos jóvenes enamorados.
Cinco siempre había sido bueno con ella. La consentía, la procuraba y velaba por sus sueños y esperanzas. Todo cambio cuando la chica rubia no velo por los sueños del chico, sino que se opuso a ellos. La confianza se quebró por completo.
—No entiendo por qué no confías en mí —dijo el chico mientras caminaba molesto por un pasillo de la academia—. Te he mostrado todas las ecuaciones y les diste el visto bueno.
—Es peligroso —respondió la chica—. Reginald lo ha dicho, eres muy joven para eso.
—Yo te apoyé cuando quisiste ir a la misión —escupió Cinco deteniéndose. Volteó a verla—. Te apoyé cuando Diego te retó y te lesionaste el brazo. Peleé por ti con Luther diciéndole que eras parte de la familia. Discutí con papá cuando te pusiste rebelde y él quería mandarte de nuevo con tus padres.
» Destrozaste la biblioteca, Day. No eres una Hargreeves, pero yo te consideraba parte de la academia desde que llegaste. Te volví parte de mi familia.
Ella negó—. Esto es diferente, Cinco —expresó con el rostro neutro—. Hablas de viajar en el tiempo. Hace poco pudiste hacer un salto bien. ¿Te imaginas la gravedad del asunto?