ANCLA | Millones de veces me repetí que estaría sola, condenada a cuidar a mi padre y a mis hermanos
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Nadie dijo que una ojos verdes y mi conexión, me darian la libertad para poder decidir
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Hay partes de mí que solo existen cuando estoy contigo
—Ron Israel
Una niña de ocho años bajaba las escaleras de la academia. Eran alrededor de las dos de la mañana y la niña estaba tan emocionada por la noche larga que iba a tener. Se encaminó por los pasillos y pronto llegó a un cuarto apartado de toda la mansión. La luz se colaba por debajo de la puerta.
La abrió despacio e ingresó arrastrándose por el suelo. Era el cuarto de costura de Grace, su madre robot. Alyssa había empezado a escabullirse en la noche para ver a la madre robot coser las prendas que amanecían colgadas en su closet cada mañana al despertar.
Acomodada debajo de una de las mesas veía a la mujer caminar de aquí para allá con muchas telas en sus manos. Miles de utensilios que la robot usaba para coser y una gran maquina que descansaba en la mesa más grande de la habitación.
Alyssa amaba aquel lugar. Parecía que cuando la luz estaba encendida los colores brillantes le daban vida a las telas que su madre cortaba y amoldaba en unos maniquíes pequeños que tenía en el rincón de la habitación. Escuchaba como Grace tarareaba una gran canción.
—Solo unos minutos más —susurró Alyssa para si misma. Tenía que ir a la cama, pero le gustaba grabar en su cabeza lo que hacia su madre.
» Tal vez algún día podría coser sus propios vestuarios.
La niña alzaba la cabeza deseando poder ver mucho más de cerca las puntadas que daba la robot con la aguja en mano después de coser la tela con la máquina. No entendía porque usaba ambas técnicas, pero le parecía genial.
De un momento a otro, Grace se levantó y comenzó a caminar hacia la mesa en donde estaba escondida la niña. Alyssa detuvo su respiración por un momento, temerosa de que Grace la encontrara y se lo notificara a su padre. Sabía que tendría consecuencias.
—Un pajarito me dijo que hay un ratón escondido —dijo Grace cantando. Sus zapatillas sonaron contra el suelo—. Un ratoncito bebé, que debería estar durmiendo...