ANCLA | Millones de veces me repetí que estaría sola, condenada a cuidar a mi padre y a mis hermanos
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Nadie dijo que una ojos verdes y mi conexión, me darian la libertad para poder decidir
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☘ Las preocupaciones se pierden con el tiempo.
—Ramón de Campoamor.
EL PINCEL SE MOVIA AL SON DE LA CANCIÓN. Deja vú de Olivia Rodrigo no dejaba de escucharse desde que el sol salió y se colocó en lo alto del cielo. El deslizar de su mano de un lado al otro esperando plasmar en el lienzo colorido frente a ella todo lo que su corazón anhelaba con desesperación.
El olor a agua y el leve movimiento del barco en el que se encontraba la relajaba y dejaba que fluyera la obra maestra en la que depositaba el impulso de su carrera. Solo un par de semanas más para su debut oficial. Solo un par de días más aislada del mundo para poder terminar con aquella obra maestra que llevaba dentro de su mente desde hace una eternidad.
La melodía terminó. Alzó la cabeza volviendo a la realidad y miró hacia la pequeña bocina que tenía en la esquina de aquel lugar. Las luces se apagaron pronto, síntoma de que se encontraba descargada.
Se levantó con un poco de decepción y tomó aquel aparato para sacarlo al sol para recargarse. El viento le movió el cabello rubio y corto. Se sentía en casa. La vista al mar que tenía en ese momento era lo mejor que le pudo pasar en toda la vida. Jamás pensó que navegaría un barco sola. Que lograría hacerlo sin la compañía de sus hermanos.
Alyssa siempre soñó con conocer el mar. Era de las cosas que más anhelaba cuando era pequeña. Viajar en carretera en un auto viejo, tal vez una cómoda camioneta hacia un lugar desconocido y detenerse al observar el mar a lo lejos. Una pequeña parada para observar la hermosa vista.
La chica rubia soñaba a veces con aquel momento. Su cabello de un color particular se meneaba con el viento que le daba en el rostro. Las canciones de Taylor Swift en el fondo y un hombre enseguida de ella que hablaba sin parar sobre conocer el mar.
Durante su sueño, ella baja del auto y se acerca a la orilla dejando que sus pies se mojaran. Dejándose llevar por el momento. Jugó con aquel hombre misterioso hasta que ambos terminaron empapados, pero con una sonrisa en el rostro.