La caída de los ángeles

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Luther se encontraba en lo más alto de la Torre de los ángeles, observando el bosque del león en plena noche.
Observó sus grandes robles calibanitas y el lago del caballero en su centro el cual reflejaba la luz de la luna y las estrellas.
Respiro hondo llenando sus pulmones del fresco aire que tenía un ligero aroma a flores.
Su mente fue invadida por los recuerdos de su juventud, cuando era un escudero en la orden y se escapaba para ver paisaje mientras se decía a si mismo que cazaria hasta la última de las bestias.

-Era una época extrañamente sencilla-dijo Luther pensando en voz alta-ojalá pudiera ver para siempre este paisaje, pero...
No quería creer las noticias, Lion era incapaz de hacer eso, jamás destruía Caliban, de traicionar al emperador.

Nunca ha sido leal a Caliban, siempre ha sido leal al Emperador, si este se lo ordena se destruirá Caliban sin pestañear

Una lágrima recorrió la mejilla de Luther, esos pensamientos eran solo suyos, pero sabía que tenía razón.
Lion jamas lo vio como su maestro y como su padre, mientras que el siempre considero a Lion como su hijo y aprendiz.
-¿Como pudo convertirse la esperanza de Caliban en su posible perdición?-dijo pensando en voz alta.
Luther sintió un escalofrío y una presencia y desenfundo su espada y realizó un gran tajo en abanico donde por el rabillo del ojo vio a una figura encapuchada.

El tajo fue veloz como el rayo y debió cortar la cabeza del diminuto extraño, pero solo corto el aire.
-debo estar delirando por la presión-penso Luther.
Pero tras enfundar su espada vio un objeto, una copa de un blanco tan puro que dañaba la vista con un extraño símbolo grabado.

Las noticias al día siguiente no fueron alentadoras, Lion'El Johnson había mandado un mensaje Astropatico dónde pedía la cabeza de los líderes traidores incluido Luther, si lo hacían el resto de los ángeles oscuros de Caliban serían perdonados

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Las noticias al día siguiente no fueron alentadoras, Lion'El Johnson había mandado un mensaje Astropatico dónde pedía la cabeza de los líderes traidores incluido Luther, si lo hacían el resto de los ángeles oscuros de Caliban serían perdonados.
No admitiría ninguna traición o rebelión pues la lealtad es una recompensa en sí misma.

-Tenemos hasta mañana cuando lleguen guerreros de hierro y puños Imperiales dirigidos por Guilliman, mandados por el nuevo señor de la guerra-Dijo Gael el maestro astropata de Caliban-a ellos debemos darles las cabezas cortadas clavadas en picas

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-Tenemos hasta mañana cuando lleguen guerreros de hierro y puños Imperiales dirigidos por Guilliman, mandados por el nuevo señor de la guerra-Dijo Gael el maestro astropata de Caliban-a ellos debemos darles las cabezas cortadas clavadas en picas.
Todo el mundo miraba de reojo a Luther y su círculo más personal, a excepción de Leman Russ y sus lobos.
Fue Leman quien rompió el siniestro silencio partiendo la larga mesa de piedra de un solo e iracundo golpe.

Warhammer 40k: Herejía AstartesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora