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Los muertos del pasado III








‼️TW: +18, degradación, s3xo sin protección, sexo 0ral, Fetichismo (uso de cigarrillos) y mención de dr0g4s y alcohol.‼️
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En ese momento, a ambos les sudaba cualquier obligación o deber que tuvieran con la Sociedad de Hechiceros y tener que aparentar ser fuertes constantemente sin descanso solo porque eran los más fuertes

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En ese momento, a ambos les sudaba cualquier obligación o deber que tuvieran con la Sociedad de Hechiceros y tener que aparentar ser fuertes constantemente sin descanso solo porque eran los más fuertes. No le importaban que maldiciones atacaran ahora a quien sea, donde sea y en caso de que los quisieran molestar, ella activó una barrera que solo podían entrar y salir ellos dos. Así que tendrían unas buenas horas o días sin que nadie los viniera a molestar. Quién sabe. Porque hasta las mayores divinidades, necesitan ser humanos en algún momento y dejar fluir a sus emociones. Ese era el momento, en el que carecía de importancia si la Sociedad de Hechiceros se iba a la mierda porque no la salvaron. Mejor.

—Oh, oigo colores.—comentó ella tumbada en el suelo con los ojos cerrados respirando el abrumador aire lleno de los residuos de los cigarrillo. Ya se habían acabado los dos paquetes.
Y comenzaron con las botellas de Shochu.—Ahora los veo y oigo.

—He visto un verso volando.—comentó Gojo también tumbado pero en la cama.

En el mismo estado lamentable que les había llevado a, ese maldito encuentro con esa puta maldición que controlaba el cuerpo de Suguru Geto. Era silencio, acompañado de algunas risas histéricas que lanzaban de vez en cuando pero no era incómodo. Se serían aliviados, normales y humanos por primera vez en su vida. Y querían que eso perdurase hasta la eternidad.

—Satoru, creo que tengo más Shochu, ¿quieres?—pregunto ya bajo los efectos del alcohol.

—No.

—¿No?

—Quiero que vengas ya y follarte. Hace calor en esta maldita habitación.—sentenció serio y sin rodeos, ella no se negaría porque quería lo mismo. Parecía que se había quitado su camiseta, y ella hizo lo mismo mientras se sentaba encima suyo.—Buena chica.

—Déjame ayudarnos con nuestros deseos.

—Adelante.

Estaba en una posición en la que podía sentir perfectamente a la dolorosa ereccion que debía de tener el albino en aquel momento pero no se estaba quejando, solo gruñía aunque no tuviera su pene en su coño. "Seguro que se lo está imaginando ahora mismo." pensó ella sin más. Conociéndolo, era lo que estaba haciendo mientras mantenía los ojos cerrados. Ella le quitó sus pantalones, viendo ahora más claramente el pene erecto que tendría su tener bajo los bóxers negros que él utilizaba siempre. También los quitó y ahí estaban en el estado que ella predijo, pero decidió jugar un poquito antes de realmente llegar a donde los dos querían llegar. Su propio coño estaba palpitando y se estaba maldiciendo internamente por no meterse el pene de Satoru dentro. Pero que se fuera a la mierda todo.

Empezó a practicarle el sexo oral a Gojo, sabía que lo estaba disfrutando por los gruñidos intensos que soltaba y también porque la estaba mirando fijamente como lo hacía. Hasta el punto que la tomó él mismo y empezó a ir más rápido hasta que se vino.

—Trágatelo todo.—demandó.—Y que no se te caiga nada, sino tendré que castigarte.

Ella lo hizo, se lo tragó. Le encontraba un dulce sabor de algo que no sabía exactamente pero le gustaba, Gojo solía ser el dominante la mayoría de las veces y bajo los efectos del alcohol más. La última que lo hicieron así, caminó medio coja durante una semana y eso que ella misma tiene mucha resistencia. Sin embargo, había algo sobre el usuario de los Seis Ojos que hacía que toda esa resistencia se fuera al carajo. Que los infiernos quemaran más y los cielos se chocaran, que la llevará hasta las puertas del cielo.

Él en un movimiento veloz cambió sus posiciones, ahora sí que se venía el monstruo que la iba a devorar en plena luz del día. Sus hermanos aún estaban en el Templo pero le importaba poco en ájele momento que nadie podría molestarlo, ni siquiera dios mismo podría.

Empezó por morderle su oreja mientras dejaba más besos húmedos en diferentes partes de su cuerpo, incluyendo algunas quemaduras que causaban el cigarrillo que usaba. A ella no le importaba y a él le encantaba.

—Eres una puta con ganas de que meta mi pene dentro de ti, ¿a qué sí putita?—dijo en un tono de burla casi vacile, usaban apodos y no estaban mal. Las palabras no importaban más que las acciones.

—Soy toda tuya, el cuerpo de esta divinidad está a tu merced.—dijo ella, sabiendo lo que provocaría. Y estaría feliz de recibir a ese Gojo Satoru.

La estaba observando minuciosamente con sus Seis Ojos, escaneándola de arriba a abajo mientras los efectos del alcohol inundaba el ambiente y nublaba la fina línea del mal y del bien. Parecía un león hambriento que miraba a su presa, aunque su mirada era de deseo y lujuria en su forma más pura posible. Y de una estocada metió su gran glande dentro de ella, sus paredes lo apretaban tan fuertemente que él gruñía. La envolvió en un beso sediento de más, de esos que te quitaban la respiración y no deseabas parar. Hacía todo eso mientras sus manos libres masajeaban sus pechos.

—Que coño más apretado que tienes puta de mierda.—gruñó, casi llegando al clímax.

—Satoru.—dijo ella sin poder ocultar que iba a morir de placer literalmente, ninguna de las veces que se folló a Gojo se sintió tan bien como esta. Él dio una estocada más que la hizo gritar su nombre.—¡Satoru!

—Así es, me gusta como gritas mi nombre.

Y ahí entre jadeos, gemidos intensos de ella, gruñidos de él y las uñas de ella clavadas en su espalda, dejando rasguños como memoria de que esto pasó. Ambos tuvieron el órgano al mismo tiempo y la acercó a él, a viendo que se recostase en su pecho.

—Es verdad que eres una puta diosa.

—Lo sé.—sonrió confiada y complacida.

Fue cuando el efecto del alcohol y cigarrillos se bajó un poco, cuando dejaron de respirar agitadamente cuando pensaron con las cabezas en su lugar.

—¿Has usado condón, no?

—No. Creí que lo notaste.

—¡Satoru!—exclamó ella dándole un pequeño golpe en su pecho.—No pienso quedarme embarazada y menos de ti.

—Oh venga ya, una pequeña familia de pequeños albinos no estaría mal.— ciertamente a él no le disgustaba la idea, sino que quería hacerla realidad.

—Satoru.

—Está bien, mañana pasamos por la farmacia y te compro la pastilla del día de después. Sin embargo, no dejaré esa idea de tener una familia contigo Shinei. Eres la única mujer que no puedo olvidar, la única que amo con tanta locura y haría lo que fuera por. Me vuelves loco Shinei.

—Puedo decir lo mismo, Satoru Gojo.

—Puedo decir lo mismo, Satoru Gojo

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𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍-gojo satoru ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora