𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍 ||| ᴊᴊᴋ ғᴀɴғɪᴄ
❝ Shinei era la única persona sobre la Tierra,
que era capaz de hacer temblar y sentir miedo
al hechicero más poderoso de su generación.
Aunque ella era su igual en todos los aspectos.❞
𝐠𝐨𝐣𝐨 𝐬𝐚𝐭𝐨𝐫...
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Al día siguiente se despertó antes que el albino, quien permanecía en su regazo durmiendo como un angelito. Ella tenía un presentimiento de que sus sentidos estaban fallando por el problema que tenía con las previsiones. Era una maldición que parecía una bendición para esa persona que tuviera aquel poder. Los padres de Shinei no creían en eso, no creían en los textos antiguos que decían que si tenías muchas previsiones te quedarías ciegos y podría tener efectos secundarios muy variados. Creían en los que casa más que tenías, más cerca de ser una divinidad estabas. Cómo alcanzar el Nirvana. Y eso le estaba pasando factura ahora. Por los errores y ambición de sus padres, ella estaba pagando las consecuencias.
Tosió e hizo que Satoru se despertara de golpe, él llamó inmediatamente a Shoko. Aún con Shinei asegurándole que no era nada grave pero él no tomaría eso como respuesta.
—Le he dicho que no es nada, es algo normal.—se quejó Shinei mientras Shoko la estaba revisando.
—¡Nada de lo que te ha pasado es normal!—exclamó el albino, por unos segundos volviendo a ser el adolescente inmaduro de antes. Alarmado y preocupado.—¿A qué si, Shoko?
—Es verdad lo que dice Gojo, aunque también lo que dice Shinei.—respondió calmada.—No es nada grave, sus vitales están normales y no está en peligro. Solamente te recomiendo no tomar misiones muy peligrosas hasta que te recuperes completamente.—hizo una pausa.—Diría de no ir a ninguna, quién sabe si esa maldición te va a seguir persiguiendo así. La próxima vez tal vez no salgas tan ilesa.
—Y una mierda.—contestó Shinei.—No voy a vivir mi vida en miedo por morir contra esa maldición. La próxima vez que la tenga enfrente, lo destrozaré.
—Como si fuera a permitir eso. Ya has escuchado a Shoko, ninguna misión para ti hasta que te recuperes.—dijo Gojo con el tono un tanto infantil de siempre.
—No puedes evitar eso.
—¿Y como que no?
Él la estaba mirando fijamente, como si con la mirada se estuvieran desafiando en aquel momento. Sus Seis Ojos de color azul diamante no tenían intención de apartar la mirada de los suyos, se dio cuenta que no ganaría porque si no era Gojo. Serían sus hermano y si no eran ellos, Yaga no permitiría que le impusieran ninguna. Rompió el contacto visual suspirando resignada, y con un Satoru tanto infantil como alegre de haber podido ganarle al menos una vez en este tipo de cosas.
—Pues está decidido, yo me quedaré contigo.—exclamó con felicidad mientras sonreía burlonamente.
—¿Y qué hay de los chicos? Tienen que entrenar para el Festival de Intercambio.—protesto, el hecho de tener que aguantarlo durante tanto tiempo sobre ella cada segundo sería imposible. Si de por ya era insoportable, ahora se había vuelto el doble.
