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Iguales

No fue hasta después del funeral de Tora, tras salir del edificio funerario y que todos los invitados o familiares se hubieran ido del Templo, cuando ellos dos se reunieron a la luz de la luna para hablar pacíficamente

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No fue hasta después del funeral de Tora, tras salir del edificio funerario y que todos los invitados o familiares se hubieran ido del Templo, cuando ellos dos se reunieron a la luz de la luna para hablar pacíficamente. Ella pidió que les hicieran un poco de té para la ocasión tan solemne, aunque por dentro le hervía la sangre debido que al asesino de su hermano estaba frente an ella. El traidor que dejó caminar por tanto tiempo entre ellos, porque al igual que le pasaba con Geto, era demasiado cobarde como para matarlo. Así que por eso mismo, no iba a cometer el mismo error que antes por más que le doliese an ella. Era por el bien de todos, ¿a qué si?

—Gracias, Araume, deberías de irte a descansar ahora.—le dije a mi "asistente" mientras nos dejaba el té en le mesa y nos echaba a cada uno un poco en nuestros vasos.—Puedes dejar de fingir ya Keishin, eso debe de ser tan cansino y difícil.

—¿De qué estás hablando?

—Sabes perfectamente de lo que hablo, mi querido hermano, y también que es mejor que no me mientas si sé todo.—bebí un sorbo del té, mirándolo fijamente.

Me sucedía lo mismo que con Suguru, pero esta vez aprendí de mis errores y supe que una diosa no estaba hecha para tener piedad o empatía para aquellos por debajo de ella. Si hubiera sido esa persona, nunca hubiera creído que esto era real ya que Keishin nunca me traicionaría sabiendo todo lo que lloré y sufrí por este asunto. No era capaz de traicionarme de todas las personas, a mi, su propia hermana y sangre. Media hermana, ya que si el empezaba por ahí matando a mi hermano. Su físico marcaba la inmensa diferencia que había entre nosotros, el hecho de su cabellos natural fuera negro con mechas blancas, iba en contra de todos los estándares del Clan Jinsei. Quienes era todos de cabello blanquecino al igual que cualquier otra parte.

—Realmente no quería hacer esto, lo sabía desde hace meses que nos estabas traicionando a todos.

—Si lo sabías, ¿por qué no dijiste nada?

—Eras mi hermano, mi única familia con Tora, a quien mataste a sangre fría por cierto. El o yo nunca te hubiéramos hecho algo así, te queríamos tanto como un hermano más para nosotros. Eras uno más.

—Como si eso hubiera sido posible en algún momento, nuestro padre y tu madre me odiaban, además de este pelo negro con el que nací. Siempre me juzgaban a donde fuera que fuese, sabiendo que todo lo que veían en mí era "un bastardo de un clan poderoso."—hablaba de experiencia personal, con una voz seria.—Jamás entenderías cómo se siente eso.

—No te contradiré, pero que mates a Tora, eso fue excederse.

—Shinei, estoy muy arrepentido por eso pero-

—Pero nada.—interrumpí.—Ejerzo mi poder divino como la líder del Clan Jinsei para formalizar tu ejecución. Esto puede ir de una o dos formas, te mato yo como lo hice con nuestros padres y tu "legado" queda intacto, o te resistes y mueres en el intento. Te dejo elegir.

—Por una vez en mi vida.

—¿Has dicho algo traidor?

—No pretendas ser tan ignorante, mi vida literalmente se basó en revolver a tu alrededor y el de Tora. Ni en mil años hubiéramos podido ser hermanos si yo era como un puto esclavo aquí. Haciendo todo lo que quisieses.

—Yo nunca te obligue a hacer nada.

—Que gracioso eh.

Y se rió, incluso en ese ambiente que estaba claro que ella lo iba a matar de una forma u otra, se reía pero no sabía el porqué se estaba riendo. Quizás sabiendo que ya no odia aguantar mas. Además de ese sentimiento de alivio de no tener que fingir más tiempo, porque la todopoderosa Shinei lo había descubierto. Pues sí que le había. tomado unos cuantos años.

—No eres consciente del efecto que tienes en la vida de los demás, de ese aura que sueltas.—contestó Keishin terminando de reírse.—Eres una diosa, y un simple humano como yo nunca podría oponerse ti, aunque lo quisiera.

—Nunca dije nunca.

—No necesitas hacerlo, el resto lo decía todo por ti.—extrañamente, el no lucía como otra personas, sino como si su verdadero yo hubiera podido por fin salir a la superficie.—Elegiré la primera opción, no deseo causarte más problemas.

—Pues así será.—dijo ella sacando un par de pastillas de su bolsillo.—Me he cansado de limpiar la sangre después de la muerte, hazme un favor tú mismo y trágatelas para que yo pueda asegurarme.

—Siempre odiaré a esos monos, esas fueron sus últimas palabras, ¿no?—fue como un último vacile hacia ella.—Pero las mías serian.—se tragó las pastillas de una, sin necesidad de agua o te.—Siempre quise ser uno de vosotros pero nunca lo pude ser de verdad. No me arrepiento de lo que hice, después de todo estaba ayudando a tu amigo.

—Podrías haberlo tenido todo.—dejó un breve silencio mientras se levantaba.—Te hubiera dejado sin castigo si ese pensamiento no te hubiera cegado tanto como para matar a tu hermano. Pero ahora, ya es muy tarde. Lo siento por no haberte podido proteger.

|•••|

Ella contó exactamente quince minutos mientras estaba tumbada en la cama de su habitación, cuando el reloj marcó esa hora, pensó "El debería de haber muerto sin dolor, me alegro de poder haberlo ayudado en algo." Miraba al techo, ahora realmente estaba sola en este mundo sin sus hermanos. Tenía a Gojo o sus compañeros, pero eso no era lo mismo que tus familiares. Ahora realmente el destino del Clan Jinsei recaía en sus manos, esto era un nuevo tipo de sentimiento.

—¿Dónde estás?

—¿Dónde está quién?—preguntó la voz masculina de un hombre que entró a mi habitación en medio de la noche.—¿Hablando contigo sola Shinei?

—Puede ser que me esté volviendo loca.

—Si, puede...—era un silencio el que me ofrecía el, notaba su mirada sobre mí.—¿Cómo te estás sintiendo ahora mismo? ¿Algo que pueda hacer para aliviar ese dolor que sientes?

—No hay nada que puedas hacer.

No me hizo caso, él se tumbó al lado mía de mi cama a mirar el techo. El lugar estaba sumido bajo un silencio tan profundo que podíamos escuchar ambos los latidos de nuestros respectivos corazones. Estos momentos era por lo que realmente amaba a este hombre de nombre Satoru Gojo, el hechicero más fuerte. Durante "esto" era como realmente sabíamos que no importaba lo que pasara entre nosotros, siempre volveríamos a los brazos del otro. Era imposible separarnos de alguna manera, temporalmente pero no para siempre. Almas gemelas, el amor de mi vida, mi pareja, mi novio, mi esposo, como quisieras llamarlo. Pero era mío, y yo era suya.

—Shinei, sabes que yo te escogería en cualquier universo o realidad, siempre te escogería a ti de todas las mujeres que haya.

—Yo también, Satoru.

—Yo también, Satoru

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𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍-gojo satoru ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora