Capítulo 12

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Kyle Young

Desperté temprano, mi mano seguía entrelazada a la de Caleb. Me solté lentamente para no despertarlo y fui al baño a cambiarme de ropa ya que mi habitación seguía invadida. Cambié mi ropa, lavé mi cara, me peiné y salí de ahí. Caleb se encontraba parado fuera, me asusté por la sorpresa y él lo notó, sonrió divertido al verme.

—Buenos días. —dijo ligeramente adormilado.

—Hola.

—¿Qué haces levantada tan temprano?

—Pregunto lo mismo.

—Este cabello no se ve tan bien desde temprano, voy a ducharme. —vi su torso desnudo y la toalla en su hombro —¿Quieres unirte? —me hice a un lado para dejarlo pasar —Aburrida. —me dio una sonrisa divertida.

Fui a la cocina y puse a hacer café en la jarra, le di de comer a Nila y Zeus y cuando Caleb salió de la ducha nos sentamos a desayunar.

—No me respondiste.

—¿Qué cosa?

—¿Por qué estás levantada a esta hora?

—Creo que costumbre. —me hizo verlo.

—Mentirosa.

—Debo salir a hacer unas cosas.

—Uuh ... misteriosa. Te acompaño.

—No ...

—Sin peros, ya que nos dejaste quedar lo mínimo que puedo hacerse ayudarte a hacer esas cosas misteriosas. Pero si es robar un banco quiero un buen nombre clave como ... Perro furioso.

—¿Perro furioso? —pregunté rentada a reír.

—O ...

—No, no, perro furioso será.

Salimos de la casa y nos subimos al auto, yo del lado del conductor y Caleb a mi lado como el dj designado, por el mismo claro.

—Y ... ¿A dónde vamos? —preguntó él emocionado.

—A la prisión. —me vio sin saber que decir —Tranquilo, no tardaremos mucho. Le dije a Liam de salir en la tarde.

Conduje camino a la prisión donde vería a Eddie, teníamos un largo camino.

—Entonces ... ¿Vamos a ver al chico que abusó de ti? —asentí sin decir nada —¿Por qué? No me mal interpretes, entiendo que tienes el derecho de hacer lo que quieras, pero tipos como él merecen que los encierren y pierdan la llave.

No dije nada de porqué tenía la necesidad de verlo, solo subí el volumen de la radio y seguí conduciendo. Caleb entendió que no quería hablar al respecto así que solo me hizo compañía todo el trayecto con su buena vibra que era lo único que necesitaba de él en ese momento, su agradable compañía.

Luego de varias horas de conducir llegamos a la prisión, creí que sería algo sencillo; algo como entrar, decir lo que debía y salir de ahí. Pero al entrar nos encontramos con una enorme fila de personas que querían ver a otros reclusos dentro.

—Estaremos un rato. —tomó mi mano.

—No importa. —me sonrió con dulzura.

A pocas personas de la entrada ...

—No creo poder. —ya tenía dudas de lo que estaba haciendo.

—Puedes hacerlo, eres una mujer increíblemente fuerte.

—¿Nombre? —preguntó sin expresión alguna.

—Kyle Young y Caleb Mathis.

—No suyo, del prisionero.

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