CAPÍTULO 43: Líder.

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Grecia, Atenas.

Ian Smith.

El avión hace su aterrizaje en mi país de nacimiento. El sitio donde viví gran parte de mi vida y tengo los mejores recuerdos de lo que alguna vez fue mi familia. Es igual a como lo recordaba, cálido y antiguo. El clima mediterráneo templado hoy se caracteriza por el caluroso verano que se toma a la ciudad de Atenas. Coloco los lentes oscuros sobre mis ojos mientras abordo la camioneta blindada que me espera al pie del avión. Dos hombres me escoltan y se encargan de mi equipaje.

Mismos hombres que interrumpieron mis vacaciones obligándome a abandonar lo más importante que tengo. Siento un amargo sabor en la boca, quisiera morirme, pero eso no sería suficiente para lo que merezco. No sé de dónde pude sacar el coraje de decir lo que dije y de hacer lo que hice. Me arrepiento de mis métodos, pero no de los resultados que obtuve.

Ella está a salvo y eso es lo único que me importa. Ya veré después cómo recuperarla.

Arremango las mangas de mi camisa oscura, el reloj de oro blanco brilla en mi muñeca al igual que los anillos y mi argolla de matrimonio. Aprieto los puños, no soy ni el primer ni el último hijo nacido para cumplir con varias generaciones de tradiciones. Así lo llamaré ahora, una tradición.

Fijo la vista hacia la ventana observando la ciudad. Hace muchos años no pisaba este territorio y admito que me siento más solo que nunca. Es extraño ir en un auto en movimiento y no tener a tu hermosa mujer sobre ti sacándote sonrisas inevitables y despertando tu deseo con una simple caricia.

La extraño. Lo haré durante los siguientes quince meses hasta que pueda verla otra vez. Quince meses. Demasiado tiempo para mí. Me enloquece el pensamiento de no verla por más de un año. Hemos estado juntos por ese mismo tiempo, para muchas personas es poco, para mí ha sido como una completa considerando todo por lo que hemos pasado juntos.

—Su padre desea hablar con usted —el conductor me pasa un móvil que me pego a la oreja.

—¿Qué quieres? —es lo primero que digo. Veo pasar por la ventanilla las casas y a lo lejos lo más destacable de Grecia.

Sus estructuras antiguas.

—Sea más educado, joven Smith. Está hablando con su padre —me reprocha—. Entiendo que estés enojado, yo también lo estaría si me hubiesen interrumpido el capricho del mes.

No lo controlo. Aprieto el aparato en mi mano haciéndolo trizas para después arrojarlo por la ventanilla, el escolta me lanza una mirada reprochadora a través del espejo retrovisor .

—¿Te me parezco a alguien o qué mierda estás mirando? —gruño lleno de ira. El hombre regresa su atención a la carretera.

Vuelvo a centrarme en la ciudad con el corazón acelerado. Muchas veces me cuestiono y me reprocho el haber permitido que mis sentimientos fuesen tan lejos, si nunca la hubiera buscado, si no le hubiera insistido tanto no estaríamos en esta situación. Yo estaría cumpliendo con mi deber sin la zozobra de no saber si está bien o no y ella estaría viviendo su vida tranquila, terminando sus estudios y cumpliendo sus sueños. No siendo el conejillo de indias del hijo de un mafioso que está enamorado hasta el médula.

Poco a poco la ciudad va quedando atrás. Pensé que cuando volviera a este país sería con su compañía, siempre he pensado que Grecia es algo de otro mundo, es como viajar en el tiempo y contemplar en vida millones de años pasados y quería ser yo quien le diera una de las mejores experiencias de su vida en Santorini. Adoro esa ciudad.

El carraspeo del mismo hijo de puta chófer interrumpe mis pensamientos, me está ofreciendo otro jodido móvil el cual tomo y no pienso pagar el que destruí.

Más Allá de Todo  [+18] (EN PROCESO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora