CAPÍTULO 10: El primer beso.

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IAN.

Su mirada cargada de deseo me tienta y aviva las ganas que le tengo. Tendida en mi cama, desnuda, parece una jodida diosa. Diosa a la que estoy a punto de follarme y hacer mía.

Su piel morena hace un precioso contraste con el blanco de mis sábanas. Se pone en sus manos y rodillas para empezar a gatear hasta el borde la cama donde me encuentro de pie. Se detiene a escaso centímetros de mi entrepierna, la mira fijamente y traga con fuerza. La toma con una mano, erecta y lista para ella. Empieza a hacer movimientos de adelante hacia atrás con sus dos manos sin perder contacto visual, esparce el liquido prese minal por toda mi longitud y de un golpe la mete en su boca.

¡Jodida mierda!

Las sensaciones que me invaden son inexplicables. El vaivén de su cabeza, sus gemidos amortiguados juegan con mi auto control. No alcanza a metérsela toda, pero con lo que se mete es más que suficiente. Quiero acostarla y cogérmela hasta quedarme seco, pero ahora ella tiene el control y quiere jugar. La dejaré jugar un poco.

Tengo una imagen tan erótica de sus curvas, su culo está un pompa y solo puedo pensar en lo mucho que quiero follármela por ahí hasta que me diga que no puede más.

El orgasmo se acumula en mi interior, enviando corrientes de electricidad por todo mi cuerpo, sé que estoy a punto de correrme pero no quiero hacerlo así.

La tomo del cuello para levantarla y dejarla de rodillas. Estampo mis labios contra los suyos en un beso cargado de deseo, de ganas que le sacan un gemido que queda perdido en mi boca. Me abro paso con mi lengua y no duda en aceptarme gustosa iniciando un espectáculo de besos húmedos con mordidas que me dejan al borde.

La acuesto en la cama y pongo encima suyo, la embisto sin penetrarla. Está tan mojada que sus jugos se han empezado a deslizar por sus muslos y el que sea yo quien la pone así me excita más de lo que ya estoy si es que eso es posible.

—Ah, Ian —gime—. Fóllame ya.

Sonrío con arrogancia.

De una estocada me hundo en su interior. Joder, es tan estrecha. Grita presa del placer que le causo, no le doy tiempo de acostumbrarse a mi tamaño y muevo mi pelvis con violencia contra sus caderas. Sus gemidos y jadeos son incontrolable. Mis gruñidos parecen ponerla más, mueve sus caderas para encontrar mis embestidas.

—Ah si, Ian si, así...

No me detengo, al contrario, le doy más duro. La cama se mueve con nuestros movimientos, sus tetas saltan coordinadas con mis estocadas. El corazón me late a mil por hora, una capa de sudor nos baña el cuerpo. El orgasmo nos arrasa con todo haciéndola gritar y a mi gruñir, descargándome en su interior, salgo de ella para acostarme a su lado con nuestras respiraciones hechas un desastre.

Al cabo de un rato, que respiramos con normalidad, se levanta para sentarse ahorcadas sobre mi e inmediatamente llevo mis manos a su precioso culo. Me sonríe con picardía.

—¿Listo para el siguiente?

Le devuelvo la sonrisa.

—Siempre estoy listo, sexy morena.

Despierto de golpe con una erección del demonio, sudor corre por mi frente y me dan ganas de enterrarme un cuchillo en la cabeza por ser tan imbécil.

A veces me pregunto por qué la vida no me pone en el borde del puente más alto y manda un poco de viento que me haga caer al vacío.

«Pero que dramático»

Al otro extremo de mi cama se encuentra Palmer Brown con la sábana blanca siendo lo único que cubre su desnudez. La pálida piel de sus hombros con pecas me hacen mirar el techo.

Más Allá de Todo  [+18] (EN PROCESO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora